LA VIDA MONÁSTICA EN LA IGLESIA DEL 2005 
por  Mª Regina  Goberna  Julià

Introducción  

Antes de entrar en el tema, quisiera decir dos palabras testimoniales, puesto que desde el primer momento estuvimos de acuerdo en que presentaría la materia de forma “vivencial”. Cuando ya has llegado a los 70 años, te das cuenta que lo importante es la vida, no los pensamientos o reflexiones, tan fáciles de intuir pero tan difíciles de practicar.
            Por esto mirando atrás, quiero empezar dando una lista de libros que han sido básicos para mi vida monástica. 

Comentarios a los evangelios  
            En primer lugar debo citar los comentarios sobre los Evangelios. Estoy de acuerdo en que todos debemos escribir nuestro propio evangelio. Y cuando digo eso no pienso en imprentas, sino en papeles llenos de notas que sólo tu te entiendes, pero en los que tu comentas los pasajes bíblicos con toda libertad.
           Bueno, los libros sirven de punto de partida, para saber la interpretación correcta, pero luego creo es imprescindible entrar en el texto y ponerle tus títulos en lo que te parecen grupos con un mismo tema, sus relaciones con el tema anterior, etc. Parece que te vas comiendo el texto, PERSONALIZÁNDOLO según tu forma de ser y de comunicarte con Dios.
 

Del evangelio de Marcos recomiendo el “Evangelio según San Marcos”. Joachin Gnilka. Ed Sígueme 1966 (2vol). Aunque resulta largo seguir paso a paso todos los textos, un año te fijas más en un fragmento y otro en otro. Así, al cabo de un tiempo ya has entrado en la dinámica propia del evangelista.

“Evangelio según San Mateo”. Pierre Bonnard. Ed Cristiandad 1976. Aunque el autor es protestante, tiene la particularidad de ser un buen “pastor”, y sus comentarios a menudo van hacia la vida.

“Evangelio según San Lucas”. Joseph A. Fitzmyer. Ed Cristiandad1986 (3Vol). A pesar que falta la traducción del cuarto volumen, que corresponde al final del texto de Lucas, el autor es un muy buen exegeta católico norteamericano y gran conocedor de la Biblia.

Sobre el Quarto Evangelio me veo obligada a citar más libros por el hecho de ser un texto más teológico, y por tanto de más discutida interpretación. Mientras algunos piensan que en él todo es simbólico, otros, como mi profesor (P. Guido Camps, monje de Montserrat, ya fallecido), creen que a la vez que teológico, es el más histórico por ser testimonio ocular, suponiendo que identificamos Juan con el “discípulo amado”, aunque algunos no estén de acuerdo en ello. Hasta el momento, las otras conjeturas a mi no me resultan tan convincentes.

Así pues, sobre éste evangelio me parece una preciosidad: “El Evangelio según San Juan”. Raymond Brown. Ed Cristiandad 1979 (2vol) A parte de ser considerado uno de los mejores conocedores del texto de Juan, por ser religioso, Brown resulta muy espiritual.

“El evangelio según San Juan” de Rudolf Schnackenburg. Ed Herder 1980 (3 vol), hace una exégesis más que exhaustiva de cada fragmento, con muchos argumentos y disquisiciones, como buen germánico. Por esto yo no  recomendaría una lectura demasiado seguida. Parece que te saca de la realidad para entrar en conjeturas intelectuales. Pero leído a pequeñas dosis, como por ejemplo en Semana Santa entrar en el comentario al texto de la Santa Cena, se puede sacar mucho fruto.

La “Interpretación del cuarto evangelio” de C.H. Dodd Ed Cristiandad 1978, tiene, en la tercera parte (páginas 291-443) una Estructura del cuarto evangelio que me parece magnífica, y que puede servir de mucha ayuda para entender el conjunto del libro. (El otro libro de Dodd: “Tradición histórica en el cuarto evangelio”, me parece más para especialización que para sacar fruto en una lectura espiritual). 

Libros de Teología  
             
La “Teología dogmática vol.V. La gracia Divina”. De Michael Schmaus. Ed Rialp 1962, fue un libro capital para mi.
             La entrada en el Monasterio, a los 20 años, y de una familia muy liberal, fue un choque importante para mi. Yo no era “humilde” como las demás, ni mucho menos “sumisa”, ni silenciosa, sino al contrario: movida, entrometida, tal vez envidiosa... o sea que enredaba a mis compañeras de noviciado. Esto me hacia merecedora de muchas “repulsas”, cosa que me bloqueaba enormemente. En estas circunstancias cayó en mis manos el libro de teología de Schmaus, que leí con entrañable fruición. Al cabo de un tiempo yo me había descentrado de mi misma, para empezar a abrirme a la alabanza de Dios que, con su GRACIA, había puesto tantas cosas buenas al alcance de mi mano.

No discutiré sobre si los libros de psicología ayudan a mucha gente, pero mi experiencia ha sido que para liberarte de tus egocentrismos, es muy bueno llenarte de la grandeza de los dones de DIOS.

Libros de Monástica
            San Doroteo de Gaza. “Conferencia”s. ECUAM. Argentina 1990.
Ha sido un libro clave en mi último quehacer monástico. San Doroteo te deja desnudo/a de ti. No te permite disimular tus faltas. Y esto es importante, porqué te encuentras sincero/a ante Dios.

“Les sentences des Pères du Déser”t. Abbaye Solesmes 1966. Se han escrito bastantes libros sobre dichos de los Padres del Desierto, pero no he encontrado otro como éste volumen recogido por los monjes de Solesmes, aunque está en francés.

“Starets Silouana”- escrito por el Archimandrita Sophrony. Ed Presence. 1973 (Está traducido al español). Esta lectura larga y reposada sobre la doctrina espiritual del Starets Silvano, del Monte Athos, muerto en 1934, no sólo me hizo entrar en comunión con la doctrina ortodoxa, sino que me pareció adentrarme en mi propia experiencia monástica, donde a través de Espíritu Santo, la COMUNIÓN UNIVERSAL forma parte integrante de nuestra vida.

La “Vissioni Attuali sulla vita monástica”- Montserrat 1966. Me ha ayudado mucho a valorar nuestra vida, junto con los actuales hombres de Iglesia. A veces parece que la minusvaloramos, influidos/as por unas críticas superficiales.

Finalmente, en éstos últimos días, el “Congreso de Vida Religiosa”, Roma octubre 2004. Ponencias sobre:“La vida religiosa en el futuro” por Sandra Schneiders IHM. “La vida religiosa después del 11 de septiembre” por Timothy Radcliffe OP “Buscadores de pozos y caminos” por Dolores Aleixandre RSCJ. Leídas en el refectorio, nos han dado una ilusión actual, siempre importante para andar al ritmo de nuestra sociedad. En Cataluña, fruto de este Congreso, se está pensando en la forma concreta de llevar a la práctica algunas de sus conclusiones.


MISIÓN ECLESIAL DE LA VIDA MONÁSTICA

1- El monaquismo como parte integrante de la Iglesia, desde los primeros siglos hasta hoy.

           Según Fitzmyer (siguiendo a Brown), el Magníficat de María, el Cántico de Zacarías, y el de Simeón, serían himnos judeocristianos salido de las primeras comunidades que encontramos en los “Resúmenes” de los Hechos de los apóstoles. 
           (2,42-47: Todos estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes, y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno.  Día tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios).   
           Me gusta pensar que estas comunidades, juntamente con Juan y la Virgen (solitarios en Éfeso), están en el inicio de nuestra vida monástica. Porqué es evidente que estas comunidades unidas para la alabanza, con alegría y sencillez, forman el primer núcleo cristiano del monacato.   
           ¿No es bonito encontrar el Espíritu impulsor de nuestra vida, en estos  cantos de nuestra plegaria diaria?. Unos cantos que desde el inicio de la era cristiana, han servido para alabar a Dios, dándole gracias por habernos “visitado como un Sol que viene de lo alto” (Laudes), mirando benevolente “la humilde condición de sus siervos/as” (Vísperas), y haciéndonos vivir y “morir en paz” (Completas).  

 
           Sabemos que estas comunidades sufrieron enseguida persecuciones (nos lo narra el Apocalipsis). Luego, al salir de las catacumbas, el modelo monástico emergió, fuerte y radical, en Egipto, Palestina, Siria...etc. Y muy pronto pasó, también a occidente. Primero con San Benito sVI, luego con la renovación de San Bernardo, o San Bruno, o Santa Clara. Y en siglos posteriores, a través de todas las órdenes Carmelitas, junto a un largo etcétera.   
             Es, pues, tan importante la vida monástica, que llena toda la historia de la Iglesia, desde el principio hasta nuestros días. 
             Si ahora entramos un poco en la doctrina que ha sostenido esta vida monástica dentro de la Iglesia, al largo de los siglos, podemos distinguir dos partes:
 

A-Doctrina monástica antigua  
            Del ya he citado Doroteo de Gaza, reproduzco la idea que me parece central de su doctrina:  “Si viene un hermano, te hiere, y tu te irritas, no des la culpa al hermano. Te has enojado porqué tu corazón está malo, podrido”. Porqué monje/a es el sincero consigo mismo en una sociedad donde se da demasiado la culpa al otro. ¿No es lo que constatamos a diario en los medios de comunicación?. 

De la doctrina  de los Padres del Desierto, citaré algunos apotegmas: 
            Abba Moisés se niega a juzgar a un hermano.

            
Cuentan que en una ocasión un monje dejó el desierto para ir a Alejandría y allí vivió disolutamente con una mujer. Luego se arrepintió, y pidió volver a ser admitido con los otros monjes.  Entonces los Padres se reunieron para discutir la penitencia que se le debía imponer. Llagaron todos, menos abba Moisés. Todos fueron insistiendo en pedir su presencia en la asamblea, hasta que, al final, se presentó cargado con un saco agujereado en la espalda, lleno de arena que se iba perdiendo por el camino. Cuando los otros le preguntaron que explicara aquella actitud suya, respondió: “yo llevo mis pecados en la espalda y no los veo, mientras que todo el mundo los ve. Y yo que no veo mis pecados ¿tengo que venir a juzgar los pecados de un hermano? Entonces le respondieron: tu tienes razón.
            ¿No es verdad que monje/a es el que no juzga a los demás, sino que se mira a si mismo en los ojos de Dios?
¿Ante quién vivimos? ¿No es sólo para Él “vivimos, nos movemos y somos”?

Dios dice a Abba Antonio que una pastorcita le sobrepasa en el don de oración. (Este apotegma se cuento de muchos Padres del desierto)
            En una ocasión en que abba Antonio estaba rezando, Dios le dijo que su oración no le era tan agradable como la de aquella pastorcita que estaba en la montaña. Abba Antonio fue a encontrarla, y le preguntó que cómo hacía para rezar. Ella le objetó que no sabía rezar. Pero tanto insistió el abba, que al fin respondió la pequeña: Pues yo le digo a Dios “si tuvieras cerdos yo te los cuidaría”.
           ¿Monje/a no es el que habla a Dios como a un Amigo? No se trata de encontrar las palabras adecuadas o de buscar los métodos más eficaces, sino de ponerte ante Él tal como eres, y decirle lo que te sale del corazón. Esta plegaria creo que siempre es escuchada, aunque puede ser que tu no quedes “satisfecho/a”. No es esta la finalidad, sino la FELICIDAD de responder a tu vocación.

Un discípulo pregunta como se hace para mantenerse siempre fiel.
           
Otro apotegma cuenta que una vez un discípulo preguntó a un Abba como lo hacía para mantenerse fiel, pues a él le costaba mucho caer y levantare diariamente muchas veces. Y el Abba le respondió que era lo mismo que él hacía tantas veces como era necesario: caer y levantarse, caer y levantarse, caer y levantarse,...
            Está claro que el monje/a, igual que los demás, es un pecador/a. Y que, sin dramatizar, lucha cada día para mantener su vocación en un corazón sincero.
   
            Dejemos, ahora, hablar un momento a algunos testimonios actuales: 

B-Doctrina monástica actual 

a/ Doctrina oriental:

Dice Silvano del Monte Athos: “Tan grande es el conocimiento íntimo que los monjes tienen de Jesucristo, que si, por azar, los evangelios hubieran desaparecido, ellos lo podrían volver a escribir”. Ni más ni menos que lo dicho al principio. La vida monástica debe estar tan impregnada del evangelio, que cada uno de nosotros/as, tenemos que SER un evangelio personalizado, ante nuestro mundo.
           Añade también Silvano: “Dejarse llenar por el humilde Espíritu Santo, es dejar entrar todo el mundo dentro de ti. Ya nada te resulta exterior”.
Porqué es evidente que el claustro te lleva al mundo, pero de forma distinta. Ahora lo quieres en el amor de Dios, no con intereses demasiado humanos.
 

b/ Doctrina occidental: 

He ahí algunos testimonios que me parecen importantes del libro citado: Vissioni Attuali sulla vita monástica- Montserrat 1966: 

P. Chenu o p:
           “Dentro de la variedad de órdenes religiosas que van naciendo y desapareciendo, la vida contemplativa nos habla de los valores permanentes. Aparentemente es la más discordante al ritmo y mentalidad del mundo. Por esto es un testimonio admirable de la presencia del evangelio”.
Una presencia evangélica, pues, discordante con el pensar mundano. No debemos adaptarnos a los tiempos sino “confrontarnos” con el momento, para aportar justamente lo que pensamos que le hace falta. 

Congar:
           “Una cierta separación del mundo es para conseguir una concentración en Dios a través de la plegaria, y una apertura y disponibilidad total hacia el mundo”. Porqué el monje/a lleva a su manera el drama espiritual de su generación.
Una cierta separación no es lo mismo que “clausura” o que “rejas”. Más bien creo que se trata de un despego interior, que te ensancha el corazón para que quepa “todo el drama” de nuestra generación. 

A.Drupont:
           “El monaquismo es la “otra sociedad” de hombres y mujeres que viven de forma diferente, y lo hacen de forma sana y equilibrada. Nuestras sociedades necesitan esta vida para descubrir los verdaderos valores”.
Esta forma “sana y equilibrada” me parece muy importante. Sin encogimientos, ni minusvaloraciones. Sencillamente aportando con naturalidad lo que somos. Cada cual único/a en el pensamiento de Dios. 

René Esnauld (protestante)
            “¿Hay una cosa más urgente, y más eficaz, que estar atentos a las personas a través de Cristo? Cuando la preocupación por el mundo invade la Iglesia, es necesario que ella reencuentre el camino del EVANGELIO, como lo hace el monaquismo”.
Estar atentos a las personas no es refugiarse en la comodidad de un tiempo para “mis tareas”. Cristo es el centro de nuestra vida cuando lo es el hermano. Sus necesidades, evidentemente, no tus o sus caprichos. También Jesús “perdió” tiempo, atendiendo a los enfermos, o a las multitudes. En Cristo, está claro, que nadie nos es ajeno. 

Le Guillou OP.
            “La necesidad actual más urgente es la de devolver a la vida monástica el sentido ECLESIAL. El “aggiornamento” ha de consistir en encontrar el corazón del Misterio de Cristo, a través de su Espíritu”.
Sí, los fallos de la Iglesia son también nuestros, puesto que tal vez no hemos encontrado el verdadero “aggiornamento”. 

Härring
          “La Iglesia de hoy necesita que la vida monástica esté en la parte delantera, no en la trasera, buscando la unidad entre el culto y el amor fraterno.”
¿Nos sentimos en la parte delantera de la Iglesia? ¿Llenas/os de Dios, lo comunicamos con libertad interior? ¿La plegaria litúrgica realmente nos une a los Hermanos/as?. Una manera muy práctica de saber si vives de verdad el Oficio Divino es comprobar si sales de él con ganas renovadas de “servicio” a los demás, o deseando “hacer tus cosas” y que nadie te moleste.

 Maritain
            “El inmenso servicio que los monasterios pueden hacer en el mundo, es el de ayudar a la PERSONA HUMANA, amenazada hoy de alineación y de masificación”.
Ahondar en el ser PERSONAS está a la base de nuestro ritmo de vida, puesto que el evangelio en realidad lleva a plenitud el proyecto humano.

De las conclusiones del CONGRESO SOBRE LA VIDA RELIGIOSA celebrado el octubre en Roma, quisiera resaltar las palabras de J.B. Libâno, del Brasil: “Todo lo que se hace en la Iglesia, todo lo institucional, todo lo jurídico, todo lo sacramental, toda palabra, toda acción, realizada sin “egolatría”, es oferta al mundo de algo diverso”. Este debe ser el meollo del ser persona, y del ser cristiano/a: el descentramiento sobre uno mismo. En una sociedad altamente competitiva, donde el deseo máximo es triunfar, toda acción a favor de otro/a, es evangélica. Y nuestra vida si no es mayormente “altruista”, ya no debe servir para nada. ¿No estamos en el Monasterio para darnos, a través de Dios, más plenamente al mundo, como el mismo Jesús?

2- Papel de los monasterios en el siglo XXI

Estabilidad
            En un mundo, pues, donde todo es
provisional, usar y tirar, lo quiero mientras me sirve...La ESTABILIDAD es un reto: Una estabilidad del corazón, no de “clausura” con rejas y tornos.

           Cuentan los Padres del Desierto que un monje muy a menudo cambiaba de Monasterio. En todos lugares encontraba pulgas, que no le dejaban descansar, ni un minuto, tranquilo. Aquello no podía ser, debía encontrar un lugar donde vivir algo más sosegadamente. Al final de su larga peregrinación se dio cuenta que las pulgas estaban en su almohadón.
           Dice el refrán que “en todos sitios se cuecen habas y en casa a calderadas”. Encontrar defectos en el ambiente donde vivimos es el termómetro que mide nuestra capacidad de donación, y, evidentemente, de superar los defectos que todos llevamos en nuestra propia espalda.
           La estabilidad, pues, debe estar centrada en Jesús y en mi Comunidad, que seguro no es ni mejor ni peor que las demás. Debe profundizar el gusto de vivir diariamente lo mismo. Pues para sacar provecho de las situaciones que te presenta la vida, nada mejor que irlas transformando desde dentro. Se trata de una estabilidad que te lleva a amar verdaderamente a las personas que tienes al lado, en las horas buenas y en las malas. La NOVEDAD la llevamos dentro, no nos viene del exterior.
 

Compromiso auténtico
            En un mundo de comodidades tenemos que jugárnoslo todo. No menos que la otra gente.
           Por fortuna muchos de nuestro hermanos/as, tanto cristianos como no, se lo arriesgan todo enrolándose en Organizaciones Humanitarias. Si ellos lo dan todo, con tanta radicalidad, nosotras/os no podemos hacer menos, cuando llevamos una vida que quiere ser de compromiso total.
          No podemos, pues, aprovecharnos de las facilidades que nos da el Monasterio. Mi superiora me puede permitir ciertas excepciones, por condescendencia, pero yo ¿me las debo permitir?.
         No vivir apegadas/dos a lo transitorio: cargos de responsabilidad, estudios, tiempo libre, trabajo que me gusta, una celda mas cómoda...
         ”No anteponer nada al amor de Cristo” es el eslogan de San Benito, aunque todos sabemos que el ideal siempre queda lejos de la práctica. Y siempre nos queda, al menos, ser conscientes del no querer engañarnos a nosotros/as mismos/as. Una buena manera de saber qué es lo que realmente te interesa en la vida, es examinar el primer pensamiento que te llega al despertarte por la mañana. Y, evidentemente, lo mejor es procurar que este sea para Dios. O por ejemplo, para el evangelio del día, que es lo que hemos estado reflexionando antes de acostarnos.
 

Libertad
            En un mundo de “servilismo” a las modas, a los “fans”, a la apariencia... nuestra vida debe llevarnos a la Libertad plena: hacer las cosas porqué quiero, no porqué me lo mandan. Nuestra obediencia tiene que ser LIBRE. Como libre es nuestra donación. No estamos en el monasterio por miedo a complicaciones si nos salimos, sino porqué libremente lo hemos escogido, y nos sigue atrayendo este ideal.
           No es que esta sea la única vocación para salvarnos, sino que es el camino que a nosotras/os nos realiza como a seguidoras/es de Jesús, puesto que a ella nos hemos sentido llamadas/os.
          Con libertad, es indispensable que aportemos nuestra colaboración personal dentro de la Comunidad. Lo que yo pienso, desde mi libertad, es importante no sólo para mis hermanas/os, sino para la Iglesia y para el mundo.

           Dice Martín Lutero King
: “donde haya una persona que piense mejor que las demás, aunque esté en pleno desierto, el mundo se abrirá un camino hasta su puerta”. También viviendo en el claustro, se nos piden  reflexiones y puntos de vista complementarios a los de nuestra sociedad.

          Si yo dejo vacío mi lugar, nadie lo va a ocupar, porqué todos somos “pieza única”, y es del conjunto de donde sacamos la plenitud de todos en Cristo.

3- Qué principios deberían tener las comunidades actuales (una propuesta a partir de la experiencia)

          Formación personal
          Cuando te llena el conocimiento de Dios, está claro que tus problemas pierden importancia.
          Comprender la PERSONA HUMANA es indispensable para amar a los demás y a ti mismo/a. Y a veces no se trata tanto de estudiar mucha psicología, como de ser muy sincero/a contigo mismo/a y con los demás. Para ello, creo que la donación evangélica puede darte una psicología “intuitiva” muy válida.
          Para dialogar con el mundo, hemos conocerlo más de lo que él se conoce. Y nuestra vida, algo retirada, nos da una mejor perspectiva para valorar más justamente las realidades que nos rodean.
 

Vivir la Biblia
            La Biblia es lo más importante que tenemos. A nosotros/as nos toca VIVIRLA. ¿Si no lo hacemos, quién lo hará?
            Una forma práctica, es intentar vivir los textos diarios de la Eucaristía, o del Oficio Divino. Mirar, en cualquier comentario exegético, como debe interpretarse cada texto, y así ponerlo en su contexto adecuado. Entonces resulta fácil sacarle fruto para la vida. A mi me resulta también provechoso, luego, dialogarlo con Jesús en la oración. Si la hacemos con autenticidad, creo que Dios acostumbra a hablar muy claro.
          Es que, especialmente, nuestra vida debería centrarse en los Evangelios y los Salmos, puesto que son unos textos que nos acompañan constantemente.
 

Celebrar la Liturgia y orarla a solas con Dios
            Es bueno diariamente preparar los textos con antelación: un año insistes más en una celebración y otro en otra... y, sobretodo, vivirla a solas ante Dios-Jesús. No podemos ser “personas rezadoras” que van repitiendo los textos de rutina.
           Para rezar con atención en las distintas horas del día, es un buen método el intentar adivinar el motivo por el que se han escogido los salmos de cada hora del Oficio. O si se quiere estar atentos/as al color que han querido dar a cada momento de plegaria.

           Las Laudes sabemos que están organizadas para que cada
mañana demos gracias por la Salvación que Jesús nos ha traído (Navidad). Puesto que el primer salmo ha sido escogido por tener alguna alusión al sol que nace, o a la Redención que Jesús nos ofrece. Y el último salmo es siempre de alabanza, agradeciendo a Dios esta Salvación.
           La Hora intermedia tiene un fragmento del Salmo 118, que puede ser considerado como la cima de la mística judía. Cuando dice “tus preceptos”, “tu voluntad”,... podemos caer en la cuenta que es como decir “quiero lo que Tu quieres, me gusta lo que a Ti te agrada”... Y ¿no es esto lo que se dicen los enamorados?
           En las Vísperas, los salmos expresan sobre todo los sentimientos de Cristo en la Cruz-Resurección
(Pascua). Por esto en Vísperas tenemos los salmos más cristológicos. Como ejemplo, cabe mencionar el precioso salmo 109, el más teológico de todo el salterio. Y el salmo que sirvió a los primeros cristianos para definir su FE en la Resurrección, proclamando que a través de ella, Cristo “está sentado a la diestra de Dios”. Pero no solamente este, sino que en todos los demás se encuentran, también, versículos que encajan perfectamente con el corazón de Jesús puesto en la Cruz, para Redimir al mundo.

         Según S. Agustín podemos decir los salmos: desde Jesús que los dice al Padre, o desde nosotros que los decimos a Jesús, o desde la Iglesia los ora, en nombre de la Humanidad. Y las tres formas pueden mezclarse en un mismo salmo, según los distintos  fragmentos de cada salmo.
         Por lo que concierne al Oficio de Lecturas, me gusta dar importancia a las lecturas de los Padres de la Iglesia. Me parecen la herencia que nos han dejado aquellos que han puesto los cimientos de nuestro edificio eclesial.
        En una ocasión, un profesor de Patrística nos dijo que sugiriéramos temas para darnos un curso. Después de expresarle el deseo de una introducción a las lecturas Patrísticas del Oficio, prefirió otro tema. Y para llenar el deseo, empecé a hacerlo por mi cuenta. Buscando los comentarios correspondientes a los fragmentos diarios que nos da el Oficio, pronto los Padres te resultan no sólo familiares, sino que creo sacas mucho más provecho de la Plegaria.
         Si nosotros/as no hacemos vida de sus Sermones, ¿quién lo hará?

         El Año litúrgico,
entonces, va dándonos la VIDA de Jesús día a día, a pequeños fragmentos. Tal como la viviremos en la eternidad, puesto que en el HOY de Dios, todo está Presente (carta a los Hebreos c. 4).
 

El horario Monástico fuente de paz
            La inquietud viene cuando queremos hacer más cosas de las que podemos. Y, al contrario, realizar cada cosa a fondo, en el momento que toca, es, creo, una gran fuente de Paz.
           Nuestro mundo, por desgracia, no tiene este privilegio, sino que van demasiado estresados, por querer hacer más de lo que pueden, para ganar más dinero, viajar más, lucir más... A nosotras/os pues, nos toca aprovechar en positivo la pequeña renuncia que supone tener los límites de seguir un horario.
          Una buena definición de la PAZ podría ser: Vivir lo que haces, y hacer conscientemente lo que vives. Cuando ambicionamos lo que no tenemos, o no podemos, nos violentamos, y agredimos a los demás. De ahí deben venir las guerras, ¿no?.
 

Ser realmente pobres
            Una religiosa vasca que trabajó mucho tiempo en la Unión Europea, nos contó que entre los religiosos/as de Suecia, ha proliferado el eslogan: “Ya basta”. Si tenemos dos zapatos “ya basta”, si tenemos dos hábitos “ya basta”, si tenemos lo necesario para comer “ya basta”...
            En una sociedad consumista, donde se acumula mucho más de lo necesario, hemos de poner austeridad en lugar de
hedonismo (el placer como fin). Dios nos quiere así, con nuestra pobreza exterior y interior, pues esas dos pobrezas, suelen ir unidas.

           Es que la experiencia de Dios siempre pasa por la pobreza. Cuando las mujeres iban al Sepulcro, sentían la pobreza de no poder mover la piedra, y en esta situación desesperada, fue cuando Cristo se les apareció.

           Pablo y Agustín, los dos grandes santos que jamás ha tenido la Iglesia, están llenos del “pathos” (sentido de pobreza-indigencia) que les da su condición de antiguos “pecadores”: Pablo el antiguo perseguidor de la Iglesia, y Agustín el antiguo hereje-adúltero.
          Jesús dice claramente en el evangelio que “Ningún rico entrará en el Reino...” aunque añade, para nuestro consuelo, que “lo que es imposible a los hombres, es posible a Dios”. 

4- Relación: Monasterio-Iglesia-Mundo

            Dar lo que “somos”, sin palabras.
            No damos lo que “decimos”, sino lo que vivimos. Lo transparentamos aún sin darnos cuenta. En realidad nuestras palabras nos traicionan. Puesto que cuando hablamos mucho de un tema, no es porqué en verdad lo practicamos, sino que justamente es lo que a nosotros/as nos falta.
           Fácilmente la gente nos alaba, pero en casa, que nos conocen, fracasamos. Es la Comunidad la que nos conoce de veras, y vale lo que somos en casa. Nuestra condición de pecadores/as, tiene que ser una situación asumida y superada, pues Dios es mayor que nuestros pecados.
 

Atención a lo que nos piden.
           No podemos negarnos a ciertas colaboraciones: un artículo, una charla, un simple coloquio (aunque sea una persona pesada). Salir alguna vez en la Televisión, aunque nos moleste. Y sobretodo atender a los que vienen, aunque rompan nuestros planes.
           He ahí una anécdota elocuente: Hace poco nos vino a visitar la madre del chico que a veces revisaba nuestros contadores de la electricidad. Había muerto de accidente a los 25 años, y como hablaba con tanto afecto de las monjas de nuestro monasterio (nunca habíamos notado nada especial...), ella quiso conocernos para encontrar el amor del hijo desaparecido. Compartimos su dolor, realmente sorprendidas.
           No puede haber rutinas, ni discriminaciones, en el trato con la gente. La carta de S. Jaime lo dice muy claramente:
“No puedes decir a un rico, siéntate aquí,... y al pobre quédate allá... ” Cristianamente, si tiene que haber preferencias, estas se deben dar a los pobres. Tanto fuera como dentro del monasterio.

           Recuerdo que en una ocasión me pidieron que diera una charla a un grupo de homosexuales y lesbianas. Cuando se acercaba el momento me cogió un miedo terrible. Me sentía abrumada al pensar en encontrarme ante semejante auditorio. Otras veces habían venido al monasterio, pero aquello era más que acogerlos como hermanos. Cuando llegó el momento, me presenté sin muchos cumplidos y les dije llanamente, puesto que yo de todo esto no entiendo nada, os hablaré simplemente como a “hermanos”. El resultado fue enternecedor para ellos y para mi. Algunos lloraron. De verdad que fue obra de Dios, y del deseo de no marginar a nadie que nos pida algo. Sea quien sea.
 

Compartir lo que tan gratuitamente recibimos.
           Si vivimos lo que somos, sentiremos la alegría de comunicarlo. Es verdaderamente un gozo poder hablar de Dios a los hombres y mujeres que se nos acercan.
           También una manera buena de compartir, puede ser escribir algún libro. Mi experiencia al escribir “El Padre San Benito” (1980), fue sorprendente. Creo que todas compartimos el deseo de ser misioneras. Y este libro, traducido a cantidad de idiomas, algunos de países de Misión, fue una respuesta inesperada a mi deseo de “predicar” en tierras de misión. Y no digamos lo que pasó con la “Historia de un alma” de la Santa de Lisieux. La simplicidad con que compartió sus sentimientos, ha tenido una influencia indiscutible, creo, en toda la Iglesia, e incluso en el mundo.
          Un campo que para nosotras hoy resulta fácil es el de “Internet”. Sin salir de casa puedes comunicarte con la gente. Nuestra experiencia sobre la página web ha sido inmejorable. Actualmente estamos llegando a los 6.000 visitantes mensuales. Y desde 2001 en que la abrimos, debemos estar sobre los 70.000 visitantes en total. Pienso que es mucho, si se considera que se trata de una página muy particular (de un solo monasterio), y de contenidos claramente espirituales. Hay en ella unos formularios para pedir temas que interesen a los ínter nautas. Desde el primer día nos sorprendió que todos los temas fuesen siempre sobre reflexiones acerca de la vida del espíritu.
         Si consideramos que el mundo es NUESTRO, está claro que debemos comunicarle lo que creemos que es importante. La sociedad necesita nuestra sed de un mundo mejor.
 

Puentes que unen
            No podemos descartar el tender puentes en el interior de la Iglesia y del mundo. Nosotras/os no nos separamos
del mundo, sino con un mundo que queremos distinto, y por el que damos la vida. Jesús nunca puede separarse de los hermanos/as.

Cuando lo que se da es sincero
            Aunque te equivoques, los otros ven tu buena voluntad. Incluso a veces el rectificar, puede ser una forma de hacernos más próximas/os a los demás. Lo que sí realmente es necesario, es sentir un gran AMOR por todos/as. Sólo podemos ponernos en el “Ágora”, si hay algo que nos quema dentro. 

5- No esperar recompensas.

Somos lo que damos, no lo que dicen.
           Todos nos complacemos en los halagos, pero al menos que no perviertan nuestro corazón con la hinchazón. En nuestras vida “sólo Dios basta”, lo demás es importante en relación a Él.
           Dicen de San Vicente Ferrer, un religioso taumaturgo a quien las multitudes seguían incondicionalmente, que alguien le preguntó como le iba eso de la “vanagloria”. A lo que respondió: “va y viene, pero no se detiene”. No podemos controlar totalmente nuestro corazón, pero sí tenemos que luchar para que sea plenamente para Él.
 

Dios, que ve el secreto, es nuestra recompensa.
            Los demás lo intuyen, pero sólo Dios ve nuestro secreto más interior. “Que sea para Él todo lo que hacemos”, dice una colecta litúrgica. Creo que todo sale de nuestra “complicidad” con Dios. Si estamos convencidas/os que somos importantes para Él, y nos sentimos a gusto a su lado, es porque Él está en el CENTRO. Entonces lo demás sale de este eje que llevamos dentro. 

Para que viendo nuestra vida, glorifiquen al Padre
            Lo pide Jesús en el Sermón del Monte, “que viendo nuestras buenas obras, todos glorifiquen al Padre del cielo”. Y el salmo 113 después de la gran gesta del Éxodo exclama: No a nosotros, Señor, sino que sea para Ti la gloria”. Si esperamos recompensas humanas, de reconocimientos o regalos, ya no podremos esperarla de Dios, que es el ÚNICO que llena verdaderamente nuestras vidas. 

CONCLUSIÓN

           Quiero concluir con el resumen de un artículo que me llegó hace poco, justamente a través del correo electrónico. 

ECLESALIA informativo. 19 enero 2005. Juan Luis Herrero, teólogo
           
Hoy el mundo no soporta una espiritualidad hueca y artificiosa. No soportan nuestras Eucaristías rutinarias. Tenemos que buscar creativamente, “signos” acordes con el evangelio y nuestra sociedad, puesto que cuando descubrimos verdaderamente la perla del evangelio, nada es igual que antes.
              Hemos de aunar silencio contemplativo con compromiso radical hacia los demás. La experiencia de vida evangélica, es “refundante” para la Iglesia.
              Si logramos recrear una nueva forma de ser Comunidad, demostramos que “otro mundo es posible”. Aunque lo realmente arduo es hacer de la opción solidaria el centro de nuestro vivir: El que sufre, el marginado (y yo digo: dentro o fuera del monasterio), es lo más importante en nuestra vida” 

Sólo como comentario añadiría lo que dice K. Barth sobre nuestra vida monástica: “Tu vida, monje, si es sincera, nos dice a mi y al mundo, que tu perla es auténtica”.
            Y sobre ese dar tanta importancia al amor al hermano/a, dice S. Agustín que
: “El primer mandamiento, en cuanto a importancia, es amar a Dios, pero el primero en cuanto a las obras, es amar al prójimo. Esta puntualización me pareció muy esclarecedora para la vida práctica. Sin dejar la oración, tampoco podemos esclavizarnos en ella, si se da el caso que alguien realmente nos necesita.
           La misma Teresa de Ávila, en la 5ª Morada, tiene un texto que me parece capital:
“cuando veo almas muy encapotadas en la oración, que parece que no osan moverse para que no se vaya un poquito de gusto y de devoción, háceme ver cuan poco entienden del camino por donde se alcanza la unión con Dios. Que no, hermanas, que no, obras quiere el Señor y que si ves una hermana que lo necesita no se te de nada de perder devoción y te compadezcas de ella. O si tiene algún dolor, te duela a ti. Y si fuere menester, ayunes para que coma ella, o si vieres loar mucho una persona, te alegres más que si te loasen a ti. Que si hay quiebra en eso, vamos perdidas.”
 

Esto es lo que deseo para vosotras/os y para mi. 

Sevilla 6 febrero 2005