La Lectio Divina
María Teresa pide dialogar sobre como aprender a orar y a hacer la "Lectio Divina".

En los monasterios la expressión: "Lectio Divina" comprende la pràctica de una oración a través de un libro. Para ser más concreta, contaré mi experiencia a lo largo de los años.
En los primeros tiempos después de entrar en el monasterio (con estupefacción por parte de los que me conocían), descubrí la litúrgia. Y mis libros preferidos fueron los que ayudaban a vivirla. Luego me aficioné a la teología, me ayudó mucho a vencer "vicios". Mirar a Dios atrae más que mirarse a uno mismo. Pero luego, el Señor me dió la oportunidad de profundizar en la Bíblia, y de aquí ya no me he movido.
La Palabra de Dios tiene, a mi parecer, una tal riqueza i concreción de comportamientos ante Él, como no encuentro en ningún otro escrito. 
Con el tiempo lo he unido a mi primera vocación litúrgica, de modo que diariamente me alimentan los textos que Dios nos presenta a lo largo del dia: Maitines, Laudes, Eucaristia... etc.
En ellos encuentro a Cristo, al Padre, y a los Hermanos, todos unidos. Ellos se vuelven carne de mi carne, en los sentimientos de Cristo.

Creo, pues, que para aprender a orar, el mejor camino es adentrarte en la Bíblia para DIALOGAR con Aquél que nos la ha dado.

   Autonomía.  Estabilidad.  Horario de comidas.  Tiempo de Oración
Gloria tiene diversas preguntas:
1.- ¿Los monasterios benedictinos actuales tanto en España como en el extranjero son autónomos, es decir, es el abad o la abadesa del monasterio el que en último término aplica la libertad que en algunos temas le concede La Regla de S. Benito, por ejemplo, horas de comida, lecturas, horas de oraciones, elección de oraciones, etc.?

Realmente nuestros monasterios son autónomos, aunque generalmente seguimos unas pautas parecidas en cuanto a ritmo de vida, salvo ciertas particularidades propias de cada comunidad, o incluso de cada abad/abadesa.
 

2.- ¿Se siguen eligiendo los abades o abadesas en S. Anselmo, Roma?

Los abades/abadesas nunca se han elegido en Roma, si descartamos rarísimas excepciones. Como indica S. Benito, son las propias comunidades las que lo/la eligen. 

 

3.- No he encontrado en La Regla de S. Benito versículo alguno dedicado a la mobilidad de los monjes. ¿Están sujetos los actuales monjes a mobilidad y destinos impuestos o acordados de mutuo acuerdo con el abad/abadesa? o bien, ¿se quedan fijos en el convento en el que ingresan?

San Benito nos pide el voto de "estabilidad" en el monasterio donde ingresas, propio de los benedictinos/as. Nosotras creemos que este voto le caracteriza con el fin que la comunidad sea una FAMÍLIA. Los Padres/Madres del Desierto interpretan este voto más como un "centrarte interiormente" en el lugar que crees que Dios te ha llamado, más que un quedarte en él "físicamente", sin cambiar.

 

4.- No he entendido bien la prescripción alimentaria de La Regla de S. Benito. Al principio parece indicar dos comidas al día; luego parece dejarlo a la decisión del abad, y, por último, parece indicar una sola comida, salvo que el abad considere otra cosa más conveniente. ¿Podrían indicarme, por favor, cómo es actualmente?

Actualmente el régimen de comidas es el usual en la sociedad: desayuno, comida, merienda (libre) y cena.

 

5.- También me interesa mucho saber el ritmo actual de la oración, y cómo se aplica en la actualidad La Regla de S. Benito en este tema, ¿se sigue al pie de la letra ?

Si llamamos oración a la que se hace en privado (no la del Coro), éste es un tema de los que varían en los distintos monasterios. Nosotras, por ejemplo, tenemos media hora de oración entre Maitines y Laudes por la mañana, y una hora y media después de Vísperas.

 

7.- Por último he leído en su web, que S. Benito de Aniana, (no el fundador), introdujó algunas modificaciones en La Regla de S. Benito. ¿Se pueden leer en algún sitio? ¿Podrían enviármelas si las tienen?

Más que modificaciones a la Regla, adaptó el ritmo a la vida cultural de las ciudades Europeas. Los escritorios se volvieron el lugar de trabajo de los monjes. Mientras que en el sixlo VI, cuando apenas los monjes sabían leer, se dedicaban a trabajar en la tierra.

 

   Vida solitaria.  Vocación sacerdotal. Amar al prójimo como a ti mismo
Roberto quiere saber sobre la vida solitaria.
     Pues mira nosotras te la podemos explicar desde el campo contrario, puesto que la vida que propone S. Benito es justamente para encontrarse en FAMÍLIA. Claro que todos llevamos una soledad en el corazón, que sólo Dios llena plenamente, pero nuestra experiencia es la de compartir JUNTAS la vida monástica. Y aunque en la Regla se contempla la posibilidad de una forma EREMÏTICA para una persona muy madura, nosotras creemos que puede llevar a engaños.
Recuerdo concretamente que en una ocasión en que yo loaba los ermitaños que vivían en Montserrat, mi madre (de sangre) me respondió tajante: "los que ya tenemos 60 años sabemos que lo que cuesta es vivir en compañía". Y no pude sacarla de ahí. 
No es que debamos escoger lo que cuesta, sinó sencillamente lo que a nosotras nos parece más evangélico. Y respetamos que algunos/as piensen distinto. 


Fernando pregunta sobre la vocación sacerdotal.
     Es una vocación para gente fuerte, que debe ser admirada y encontrar mucha colaboración. Tal vez podríamos decir que es un vivir a la intemperie. Como Jesús. Y ¡qué bonita la debe encontrar Él que la vivió tan a fondo! Creo que si llevas el MUNDO en el corazón, debe ser un darte constantemente. Y para no desgarrarte, unirte mucho a Él, que es tu máximo compañero de camino.


Sergio pregunta como se ama al prójimo como a ti mismo.
    Aunque no es una norma monástica, sinó evangélica, es justo preguntarla a un monasterio donde nos comprometemos a vivir el evangelio a "todas". Jesús no nos dió ninguna norma concreta para AMAR COMO ÉL NOS HA AMADO, sinó que dijo que la norma la debemos encontrar en nuestro interior, dando aquello que nos gustaría para nosotros mismos. Y que nadie nos imponga leyes externas, puesto que la Ley del Amor, ya desde el día del nacimiento, todos la llevamos impresa en nuestro ser. Cada cual según su forma particular de existir. Debemos, pues, amar COMO SENTIMOS QUE DIOS NOS A AMADO a nosotros en concreto. Creo que esto es: "amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos".