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Es un texto muy discutido por su estilo, su vocabulario y por la valoración que hace de la propia Regla. Aunque afirme que la R. es “sólo un comienzo de vida monástica”, es consciente de la riqueza de las fuentes en que se inspira y que aplica a la vida concreta de un monasterio con buen sentido práctico. No podemos dudar que la R. posee la gracia de presentarnos con vigor las grandes líneas del pensamiento monástico dentro de un equilibrio humano que es ante todo el secreto de su atracción. S. Benito ha comprendido que el amor perfecto es la humildad perfecta, y la humildad confiada con que acaba la R. eleva todavía más la autoridad de la misma. La verdadera humildad no rebaja al hombre, le confiere su plena grandeza. “Un principio de vida monástica”. Resulta fácil si se vive con fidelidad y buen ánimo “esta mínima Regla”, pues entonces se siente una profunda alegría. Si se regatea con Dios, se hace difícil y agobiante. Y llegarás a las cumbres más elevadas de la perfección, prometidas por S. Benito, cuando recorre el camino de la observancia monástica con perseverancia y sin volver la vista atrás.
Como hemos dicho al principio, este capítulo está escrito a modo de epílogo, por eso no contiene ninguna prescripción legal. Es solo una extensa ojeada sobre lo que pertenece a la amplia esfera de la perfección. Pero tampoco S. Benito pretende componer un tratado de perfección, sino dar claras orientaciones a una comunidad que aspira a la perfección y que a su vez conducen a la adquisición de una elevada santidad Podríamos decir que hay como tres líneas de orientación: Las Sagradas Escrituras; los Santos Padres de la Iglesia y los Santos Padres del monaquismo. Teniendo en cuenta, sobre todo, la vida humana. El hombre, que se esfuerza por vivir según la Palabra de Dios, es el hombre moldeado por Cristo, que participa de la humanidad de Cristo. Los SS PP se preocupan, no tan sólo de descubrir el sentido de los Libros Santos, sino de deducir de ellos las normas de virtud para ir a Dios. Aquí están los monjes con todos los cristianos ante su Creador. La doctrina y los hechos de los monjes de los primeros tiempos monásticos, nos darán empuje para continuar el camino. Aunque sea una pobre R. para “principiantes”, porque es un “principio” contiene en germen lo “último” que es la “sublime perfección”. Por eso continua siendo Ley y Forma de VIDA para el monje. “Cumple bien esta mínima R… y llegarás a las cumbres más elevadas” Cúmplela, sí, con la ayuda de Cristo, pero sobre todo, ten la seguridad que llegarás, (S. Benito lo afirma con aplomo y seguridad impresionante) con la protección de Dios.
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La Medalla de San Benito es un signo sagrado muy difundido entre los fieles católicos. Presenta de un lado la Cruz de Cristo y del otro la imagen de San Benito Abad. Sobre la Cruz - y a su alrededor - se hallan escritas las letras iniciales de una oración ó exorcismo. La Medalla de San Benito recuerda a los fieles que la llevan consigo la presencia constante de Dios y su protección. El significado de las iniciales es el siguiente (texto latino y traducción):
Breve historia de la Medalla de San Benito
En la vida de San Benito Abad escrita por el papa San Gregorio Magno, el abad Benito muestra una especial devoción hacia la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, signo de nuestra salvación. En uno de los milagros narrados por su biógrafo, un vaso que contenía veneno se quiebra cuando San Benito hace la señal de la cruz sobre él. En otra oportunidad, uno de sus discípulos fue perturbado por el maligno, y el santo le manda hacer la señal de la cruz sobre su corazón para verse librado. En su Regla de los monjes, San Benito indica que cuando un monje iletrado presenta su carta de profesión monástica ante el altar, debe usar como firma una cruz. Estos y otros muchos indicios invitaban a los discípulos del abad San Benito a considerar la Cruz como una señal bienhechora que simboliza la pasión salvadora de Cristo, por la cual fue vencido el poder del mal y de la muerte.
Las investigaciones históricas sobre el
origen de la Cruz-Medalla de San Benito han determinado que su difusión
comenzó probablemente en la región de Baviera hacia el año 1647. En esa
época, durante el proceso judicial seguido a unas hechiceras, éstas
declararon que no habían podido dañar a la cercana Abadía de Metten,
porque estaba protegida por el signo de la Santa Cruz. En dicho
monasterio se hallaron pinturas con representaciones de la Cruz junto
con las iniciales que acompañan hoy a la Medalla. Pero las misteriosas
letras no pudieron ser interpretadas hasta que en un manuscrito de la
biblioteca se encontró la imagen de San Benito y la oración compuesta
por las iniciales. En realidad, un manuscrito anterior (siglo XIV), que
aún se conserva, procedente de Austria, parece haber sido el origen de
la imagen y de la oración. En el siglo XVII un importante autor la tuvo
por supersticiosa, debido justamente a los enigmáticos caracteres que
acompañan a la imagen. Pero, en el año 1742 el Papa Benedicto XIV
decidió aprobar el uso de la Cruz-Medalla de San Benito, y mandó que la
oración usada para bendecirla se incorporase al Ritual Romano. |
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