TEMAS SOBRE HISTORIA MONÁSTICA    Josefina Rabella
 

 


LAS MONJAS MÁS DESTACADAS DE LA Edad. Media

 

 
A principios del siglo XII se fundaron las Canonesas Agustinas que se dedicaban al cuidado de los enfermos. Más tarde cuando los Cistercienses y los benedictinos se extendieron, se pidió a los fundadores que crearan la rama femenina. Así se crearon los monasterios de monjas, que se dedicaban principalmente a la Liturgia y a la contemplación.
En el año 1120 se fundó cerca de Dijon un monasterio del Orden Cisterciense: “Las Bernardas”, que pronto se extendieron por Alemania y Francia, y dieron a la Iglesia muchas Santas. Alfonso VIII fundó en España el Monasterio de “Las Huelgas”.
A mediados de la Edad Media Sta. Brígida de Suecia fundó un Monasterio llamado “Las Brígidas”
Las monjas por lo que parece profesaban a los 16 años, pero no podían recibir la consagración virginal de manos del Obispo hasta los 25.
Al principio del s. XIII se notan signos de cansancio, hay menos vocaciones, desaparecen algunas Abadías, otras se pasan a órdenes más recientes. Se llega a un gran extremo de relajación. A finales de siglo, interviene la autoridad eclesiástica en los monasterios femeninos. En 1298, Bonifacio VIII publica una decretal de gran resonancia. Pone la Clausura.
Pero a lo largo del siglo, empieza un amplio movimiento, eminentemente femenino -y feminista- que empezó en los Países Bajos.
Primero se les llamó “Beguinas”, palabra que significa “Hereje”. Fueron llamadas así para denigrarlas, luego la palabra ya no tuvo ningún matiz. Eran las herederas de las piadosas mujeres, sedientas de Dios del s.XII. Su vida era sencilla, modesta, mortificada, pobre, caritativa y orante. La más significativa fue Hadewijch que murió en 1269, humilde y digna mujer. En su tiempo también Beatriz de Nazareth hizo escuela.
Beatriz nació en Tirlemont. A los siete años su padre la confió a las Beguinas de Léau. En 1236 su padre fundó el monasterio cisterciense de Nazareth. Allí vivió con toda su familia, y allí transcurrieron los años más felices de su vida. Murió en 1268. Había sido favorecida con muchas visiones en grandes momentos de contemplación. Escribió obras espirituales muy importantes.
El admirable vigor del monacato femenino del S. XIII reside en los monasterios incorporados al Cister. Se ha dicho con toda razón que el s. XIII fue el gran siglo de las monjas. Lo que más molestaba a ciertos varones era el talante intelectual y literario de no pocas “mujeres religiosas”.
La más conocida y documentada fué:
IDA de Nivelles. A los 9 años vivía con las Beguinas de su villa natal. A los 16 ingresó en el Monasterio de Keckom de la Orden del Cister. Tuvo grandes visiones del infierno, del purgatorio y del cielo. Murió en 1231. Todo lo que se conoce es a través de su hagiógrafo.
Una de las cistercienses más simpática y admirable, fue Lutgarda de Aywières,
Dios la había dotado de una capacidad intelectual poco común, y ella era consciente de la función que Dios le había encomendado. El mismo Señor se le apareció y le mandó entrar en el Monasterio de Aywières, pues ella prefería entrar en Heekenrode, a causa del idioma. Era el año 1306, y tenia 24 años.
Su vida monástica cada vez era más intensa y eminentemente litúrgica. Fue una gran mística. Su espiritualidad estaba orientada hacia la Pasión redentora. Los 12 últimos años de su vida los vivió sumida en las tinieblas de una ceguera total. Era indiscutiblemente una gran santa.

El Monasterio de Helfta ocupa un lugar absolutamente único en la historia monástica del s. XIII, el cual, según unos pertenecía a la Orden del Cister y según otros, a la Benedictina. El origen de la Comunidad se remonta a 1229.
El Monasterio prosperó rápidamente gracias a los desvelos de la abadesa Gertrudis de Hackebon (+ 1291) Ejerció el abadiato durante 40 años, Era una mujer de grandes prendas, notable por su humildad, su bondad de corazón y su vivo interés por la vida espiritual y la cultura. Murió tras una larga y penosa enfermedad.
El Monasterio de Helfta dio grandes místicas, entre ellas podemos citar:
MATILDE de Magdeburgo, que llamó a las puertas de Helfta a la edad de 60 años, era una beguina famosa que dejaba tras de sí una larga historia de ascesis y fenómenos místicos.
Allí encontró el ambiente espiritual e intelectual que necesitaba. Por orden de su confesor escribió una obra extraordinaria “La luz fuente de la divinidad”. Murió entre 1282 y 1294. Matilde había criticado abiertamente a los miembros de la Iglesia, por eso se había granjeado grandes enemigos, y sufrido a causa de ello.
MATILDE de Hackeborn fue una flor escondida, que brotó, exhaló su fragancia, se marchitó y murió en la paz del monasterio. Nació en 1241. Alos 7 años ingresó en el monasterio de Hackeborn. Matilde se distinguió por su inteligencia, su aplicación al estudio, por su voz y dotes musicales. La enfermedad la obligó a guardar cama los últimos ocho años de su vida. Entonces empezó a relatar a sus confidentes las visiones y revelaciones con que había sido favorecida. A escondidas de ella las pusieron por escrito y cuando se lo dijeron, la enferma confirmó la exactitud de su contenido. Falleció el 19 de noviembre de 1299. Es un hermoso ejemplo de mística benedictina.

Su espiritualidad presenta tres características revelantes: trinitaria, cristológica y eclesiológica.
GERTRUDIS la Magna. Nació el día de la Epifanía de 1256. Ignoramos el lugar, así como todo lo referente a su familia. A los 5 años ingresó en Helfta. Poseía un ingenio agudo, una memoria feliz, “llena de saber y de elocuencia, captaba con facilidad todas las cosas con viveza de espíritu y agudeza de inteligencia”, como decían su apologistas. A los 16 años profesó, seguramente “al principio vivió con mediocridad su vocación forzada”, sirviendo a Dios por deber, no por amor.
Pasaba por ser una buena monja, pero no todo marchaba bien en su vida. Gertrudis estaba descontenta de si misma. A los 25 años empezó la crisis (1280). El 27 de enero de 1281 vivió una experiencia en lo más profundo de su ser. Tuvo una gran visión : Jesús, joven, le mostró sus llagas…. Desde entonces se encontró pacificada por una alegría espiritual enteramente nueva. Un trastorno total se produce en su vida.
Gertrudis por su falta de salud sufría a menudo. Murió el 17 de noviembre del 1301 o del 1302.
Gertrudis escribió muchas obras interesantísimas, entre ellas sobresale el “Memorial”. El “Heraldo” es la vasta compilación de ellas: consta de un prólogo general y de cinco libros, .
Después de su muerte hubo dos siglos y medio de silencio, si bien su nombre no se había olvidado por completo. Pero en 1536, Gertrudis “resucitó”. Los cartujos de Colonia hicieron imprimir el Heraldo en su versión latina. Los espirituales de la época lo acogieron con gran interés. El número de traducciones en diferentes lenguas constituye el mejor testimonio del éxito tardío de la mística de Helfta.

Ya en el s. XX, la tradición gertrudiana no cesa. Se publican las obras de la santa en latín y en diversas lenguas modernas. Ello manifiesta la universalidad y la actualidad de su mensaje.
 

 


DOS FUNDADORES PARECIDOS Y DISTINTOS:
S. BENITO Y S. BERNARDO
 


S. BENITO nació hacia el año 480 en Norcia (Italia). Sus padres le enviaron a estudiar a Roma. Pero pronto, Benito, se cansó del ambiente pagano que se respiraba en la ciudad y se fue a vivir a Enfide (Italia) con su nodriza. El milagro del cedazo rehecho le hizo popular, y dejando la nodriza se refugió en una cueva de Subiaco (Italia), donde vivió tres años. Romano, un monje de un Monasterio cercano, le llevaba comida cada día.
Su fama de santidad atrajo a muchos discípulos. Para ellos construyó doce Monasterios con doce monjes en cada uno. Pero por diversas causas tuvo que abandonar Subiaco y se estableció en Cassino (Italia), donde fundó el célebre Cenobio de Montecassino. Allí murió el 21 de marzo del año 547.
Estos y otros muchos datos de su vida se pueden encontrar en el II Libro de los DIÁLOGOS, escrito por S. Gregorio.
La obra de S. Benito sigue a través de los siglos, gracias a la Regla, es decir, el código de vida que escribió para los monjes de Montecassino.
Después de la segunda guerra mundial, el Papa Pablo VI proclamó S. Benito Patrono de Europa (1964)

Su lema : ORA ET LABORA


S. BERNARDO nació el año 1090 en la Borgonya (Francia). Era de salud muy delicada, pero de inteligencia penetrante y muy reflexivo. De temperamento tímido. Cuando murió su madre, después de vencer y afrontar muchas dificultades, a los 22 años, hizo opción por la vida monástica, y entró en el Monasterio de Citeaux (Francia)
En el año 1115, su Abad junto con doce monjes le mandó fundar Claravall (Valle-Claro). Pero como a su gran timidez se unía una más grande humildad, aceptó, y fue el fundador de los monjes Cirtercienses.
Su influencia fue muy grande sobre su época. Trabajó políticamente a favor de la paz. Se preocupó de los problemas de la Iglesia de su tiempo. Predicó la segunda Cruzada. I fue un gran maestro de Espiritualidad. Dejó una huella personalísima en la Orden Monástica.
El Papa Alejandro III le canonizó en 1174, y Pío VIII le declaró Doctor de la Iglesia en 1830. Escribió la famosa “CARTA DE LA CARIDAD”.

Su lema: HACER DE CADA MONASTERIO UNA ESCUELA DE AMOR


 

 


COMO VIVÍAN LAS MONJAS DEL S. XI
 


              En el s. X el Monasterio benedictino de Cluny había alcanzado un gran esplendor: riquezas, poderes y fama. Además estaba al frente de un imperio monástico: un grupo estructurado y dinámico de monasterios reformados. Su espíritu, sus ideales y sus costumbres se infiltraban en todas partes.
              Los monasterios clunicienses  fueron  durante mucho tiempo centros de vida de oración  y de unión  con Dios, a medida que la reforma monástica fue extendiéndose por todo el Occidente.
              Por otra parte la Abadía de Gorze en la Lorena también trabajaba para la reforma. Ambas coincidían en los oficios litúrgicos sumamente largos.                  

                   Los ss. X – XI  fue una época en que la historia del monacato se distinguió por las reformas y agrupaciones de monasterios. La palabra ORDEN no aparece hasta 1012, pero la realidad era anterior.
              En la península Ibérica, a excepción de la antigua Marca Hispánica, en que hubo monacato benedictino  desde principios del s. IX, el monacato siguió fiel a la tradición  hispana..
              En el año 976, el presbítero Enneco Garseani transcribía para el monasterio femenino de las Santas Nunilo y Alodia, cerca de Nájera, la Regla de S. Benito.
              En el s. XI por influencia  de los clunicienses  se llegó a extinguir el espíritu del monacato  autóctono. Entre los monasterios reformados por  los clunicienses, está Sahagún, fundado en 1079 por Alfonso VI, económica, cultural y litúrgicamente se puso a la cabeza  de los monasterios peninsulares.

Las monjas

                   Cluny, Orze y otros influyeron igualmente en la reforma del monacato femenino. Su situación en la segunda mitad del s. XI, era igual o peor que la de los monasterios  de monjes antes de la Reforma.
              Se registraban abusos graves: toma de hábito forzosa, elecciones irregulares de Abadesas, visita de monjes demasiado frecuentes. Tuvo que prohibirse el matrimonio con monjas, que estas se vistieran con trajes masculinos y se cortaran el pelo…              Las monjas dependían de los Obispos y de los Abades, que influían normalmente de modo nefasto en las comunidades femeninas. Pero no todo era negativo.
           El monacato femenino de la época ha sido poco estudiado y puede reservarnos sorpresas. En los ss. XI y XII los cenobios, sobre todo en Francia  eran poco numerosos, las religiosas eran de la alta nobleza y tenían un nivel de cultura estimable. 

                   Los primeros abades de Cluny no se ocuparon de las monjas. S. Hugo se dio cuenta del estado de los monasterios femeninos, y creó un Cenobio ideal. En 1061 se inició la vida regular en Marcigny  (Borgonya) y tuvo un gran éxito. Ingresaron en ella jóvenes de la más alta alcurnia.

              Al lado del monasterio vivía una pequeña comunidad de monjes, cuyo Prior venía a ser el superior inmediato, no sólo de los monjes sino también de las monjas: responsable de su vida moral y espiritual, mantenimiento de la disciplina, administrador de sus bienes .
                   Monjas y monjes vivían al estilo de Cluny. Las monjas guardaban una clausura absoluta, practicaban la abstinencia, no recibían educandas. Pasaban al coro horas y más horas. La misma observancia  se practicaba en los monasterios sometidos a Marcigny, y las monjas de estas comunidades eran consideradas luchadoras
              Estaban repartidas en dos órdenes: uno de claustrales y otro de reclusas. Las primeras imitan Cluny y las otras compiten con el desierto: unas eran las cenobitas, y las otras, las ermitanas.
              En ciertos claustros femeninos debía florecer una notable cultura humanista. Las monjas eran capaces de leerlos autores de la antigüedad pagana y deleitarse con los primores de su estilo. Pero estas lecturas eran altamente peligrosas.

              Es muy difícil establecer con cierta exactitud el horario vigente en las comunidades, puesto que no tenían relojes mecánicos. Los monjes y las monjas medievales, por mucho que estimaran la oración comunitaria , se les había impuesto una carga que superaba la capacidad humana, ”la oración en común es tan larga y tan pesada que las monjas se encuentran sin ganas para otras mortificaciones distintas de las impuestas por la vida común”. (José Mattoso)
              “La vida común de gran rigor en una clausura estricta y que ponía  a la monja en contacto continuo con sus hermanas  en religión en el coro, en el refectorio, en el claustro, en el dormitorio, sin más tregua que os momentos de oración privada que podía pasar en el secreto de la Iglesia o del Oratorio; la dependencia de todos los instantes de una superiora y de oficiales nombradas por ella, sin perspectiva de cambio de ambiente, esta vida era en sí misma una vida dura, que tenía que espantar a las almas más fuertes”. (Usmer Berlière)

              Por otra parte, es cierto, que, respetando la abstinencia, se comía y bebía cada vez mayor en los monasterios, y, sobretodo con más abundancia. Había de reparar fuerzas para seguir cantando.              El trabajo manual productivo pertenecía al pasado. Las monjas artistas: pintoras, escultoras, miniaturistas, eran las únicas que trabajaban con las manos.
              Había también en todos los monasterios el “capítulo de culpas”, posiblemente cada día, cada semana,… en el cual los monjes /as reconocían sus culpas, después seguía la imposición de una penitencia proporcionada. En ciertos ambientes, el abad empezaba por la humilde confesión de sus propias culpas , antes de invitar  a los monjes que hicieran lo mismo.

              Los monasterios constituían focos de vida espiritual para los que se acercaban a ellos. La piedad monástica fue católica  en sus aplicaciones y un manantial de luz, amor y consuelo para todos.
 

 


LAS DIFERENTES ÓRDENES RELIGIOSAS DE LA EDAD MEDIA
 


Son incalculables los servicios que el monaquismo y más, en concreto, el benedictismo ha hecho a la cristianización de Europa y a la conservación de la cultura antigua y moderna, y a la misma educación civil y política de Occidente

En el s. VIII empezó ya un movimiento de restauración del monacato. Algunos monasterios de vanguardia evangelizaron maravillosamente, promoviendo la agricultura, y la cultura en las escuelas. La vida de los monjes, sin embargo, se iba adelgazando.

Fue S. Benito de Aniana quien puso todo su esfuerzo por devolver a los monjes la vida austera y sencilla, así algunos monasterios como S. Gal, Ferrières, Corbie, Tours... reflorecieron.
Pero poco después muchos monasterios sufrieron calamidades bajo la violencia de los normandos, húngaros y sarracenos.

En el s. X, un noble de Borgoña, Bernon, pidió al Duque de Aquitania un terreno para fundar un monasterio, en una pequeña aldea rodeada de bosques, Cluny. Fundó el monasterio, a fin que exento de jurisdicción civil y eclesiástica, lo construyó como propiedad de S. Pedro y de S. Pablo, comprometiéndose a pagar un censo al Pontífice. Los Abades S. Odó, S. Mayol, y S. Odilon, habían dado a Cluny un gran renombre y sus monjes se habían extendido por toda Europa. Pero al principio del s. XII, Cluny sufría una cierta decadencia religiosa y cultural, a causa de su Liturgia que daba demasiada importancia a las formas en detrimento de su espíritu.

EL periodo entre los ss. X -XII fue una época de reforma del mundo monástico. Los monasterios habían acumulado posesiones grandiosas; donativos y herencias habían multiplicado los bienes de los monasterios; eso llevaba a una vida disoluta.

Al empezar el s.X, Montecassino brillaba de nuevo y Subiaco era rico e influyente. Los reformadores de Cluny habían trabajado y fundado en Farfa, Roma, e Italia del norte, y aunque habían sufrido destrucciones por parte de los sarracenos, continuaban la vida monástica.

La Regla benedictina, pues, iba extendiéndose por Italia. Pero al mismo tiempo se buscaba un tipo de vida más austera y también eremítica. S. Nilo fundó la Abadía de Grottaferrara, de rito griego y regida por la Regla de S. Basilio. Así también, Romualdo, Juan Gualberto y Pedro Damiano.

Romualdo de Ravena (950-1027) proyectó restaurar la vida monástica del desierto. Dejó dos grupos de ermitaños: Fonte Avellana i Camàldula, en el Valle del Po. Juan Gualberto de Florencia (990-1073) fundó Vallombrosa, con una vida muy estricta. Damiano de Ravena influyó mucho en la vida monástica con sus escritos.. En todos estos monasterios la vida monástica era muy austera, y ha sido muy fecunda hasta nuestros días. Pero su austeridad no la ha dejado extender y sólo subsiste en Italia.

Otros monasterios surgieron siguiendo la Regla benedictina en su interpretación rigurosa: S. Esteban de Muret, para los anacoretas, S. Roberto de Arbussel funda Fontevrault en el s. XII para monjes y monjas, bajo el mandato de una Abadesa. S. Silvestre Gozzolini, funda los Silvestrinos y Pedro de Morrone (Celestino V), los Celestinos, que unía benedictinos y anacoretas. También en las Galias, Escocia y Francia, florecieron monasterios.

Muy cerca de Glenoble, S. Bruno con un grupo discípulos se retiró en el "desierto de los Alpes", y fundó la Gran Cartuja, pero poco después murió en Roma. A pesar de eso, la Cartuja continuó su vida y poco a poco, por etapas, adquirió el estatuto de Orden, los Cartujanos. Era muy parecido a la Camáldola. Estaba formado por pequeñas celdas en torno a un claustro, formando un conjunto monástico. Era una vida tan austera que sólo eran aceptados los aptos para llevarla: vida espiritual, psicológica y física llena. No cayeron en la relajación. A más de la Gran Chartreuse de Grenoble,son famosas las Cartujas de Florencia y de Pavia del s. XIV

Desde el año 1147 también hay monjas cartujanas.

S. Roberto de Molesme, junto con S. Alberico, S. Esteban Harding y algunos monjes se dirigieron a Citeaux lugar desierto y pantanoso, lleno de juncos. Parece que no querían fundar ninguna orden nueva, pero no fue así. De aquí salieron los cistercienses.

A Esteban se le debe la primera organización por medio de la "Charta Charitatis" "Carta del Amor", que demuestra como hacer de cada monasterio una escuela de Amor.. Pero la fundación del Císter fue compartida con S. Bernardo de Claraval, hombre inteligente y de carácter ardiente y amable. El Císter creció muy pronto. Como reacción a los de Cluny, los del Císter volvieron a la estricta observancia religiosa de la Regla benedictina.

En 1120 cerca de Dijon se fundó un monasterio de monjas de la Orden cisterciense, las "Bernardas" que muy pronto se extendieron por Alemania, Francia y dieron a la Iglesia muchas Santas. En España el rey Alfons VIII fundó un monasterio en Burgos: "Las Huelgas".

S. Norberto, después de su conversión, llevó una vida penitente y recibió la ordenación sacerdotal. Entonces se dedicó a la reforma de clérigos y canónigos. Entendiendo, por un sueño que tuvo, que tenía que construir un monasterio, pidió permiso al obispo para hacerlo tal como se le había " pre-mostrado", de aquí el nombre de Premostratenses (1120). Ésta Orden no es de monjes, sino de canónigos regulares con una vida de comunidad, contemplativa y apostólica al mismo tiempo. Su Regla es la de S. Agustín, tan general y ambigua que puede adoptarla cualquier instituto religioso.

Desde el s. XI aparecieron canónigos regulares en todos los países, primero sin ningún vínculo de unión, más tarde formando congregaciones. Tienen importancia las siguientes:

Canonigos Lateranenses, Congregación de S. Rufo, Congregación de la Sta. Cruz, Los canónigos del Santo Sepulcro, para atender los hospitales de peregrinos, Congregación de S. Víctor, los Hospitalarios del Espíritu Santo, los Canónigos o "Monjes de S. Bernardo", que tenían hospitales en los puertos de los Alpes, los Canónigos de S. Eloi, que cuidaban de los peregrinos enfermos, y muchos más.

En el S. XII se fundaron las Canonesas Agustines que seguían la vida contemplativa bajo la Regla de S. Benito.

Entre los canónigos regulares de S. Agustín hubo diversas formas de vida; una de ellas fueron los Trinitarios, fundados en Francia por S. Juan de Mata, dedicados a la redención de cautivos. También la Orden de Merced, fundada en Barcelona por S. Pedro Nolasco junto con S. Ramon de Penyafort (1222) estaba consagrada a rescatar a los cristianos esclavos de los serracenos y de los moros

Cuando los cistercienses y los premostratenses se extendieron, pidieron a los fundadores que crearan la rama femenina. Primero se opusieron, pero acabaron abriendo conventos para las monjas, que llevaban una vida litúrgica y contemplativa.

No olvidemos, que en los primeros siglos de la edad media existían grupos de mujeres sacrificadas que no eran ni formaban ninguna Orden, pero que cuidaban de los enfermos de los hospitales, y de los hospicios.

La difícil situación religiosa de los cristianos de Oriente hizo que en el s. XIII se fundara la Orden de los Carmelitas, agrupando a los eremitas que venían de Palestina. S. Simon Stock le dio su constitución definitiva e hizo que se extendiera por Europa. El Papa Inocencio IV la transformó en cenobítica, pero dedicada al apostolado.

A finales de la Edad Media aparecieron dos Órdenes femeninas, las Carmelitas, que empezando en Italia se extendieron por España, y que un siglo después fueron reformadas por Sta. Teresa. La otra Orden fue la de las Brígidas, fundadas por Sta. Brígida de Suecia.

También aparecieron otras Órdenes de monjas y terceras Órdenes. Entre las Congregaciones, la más significativa fue la de los Servitas (Sirvientes de Sta. Maria), formada por laicos, que acabaron viviendo en conventos como el de S. Antonio de Padua.

Bajo la inspiración de los cistercienses aparecieron las "Órdenes de Caballería" a la vez religiosas y militares con el fin de proteger los Lugares Santos, fueron los "templarios" y los "caballeros del Hospital", nombrados más tarde "Caballeros de Malta", dedicados al cuidado de los peregrinos enfermos que iban al Santo Sepulcro. Serían muy útiles en aquella época y dieron relieve a un aspecto importante de la misión de la Iglesia. En España serían fundados los "caballeros e Calatrava" para ayudar a la Reconquista del país de manos de los moros.

La reforma realizada por los Papas durante los siglos XII - XIII no se habría podido hacer sin un movimiento popular favorable. Sin el evangélico entusiasmo que acompañó las Órdenes Mendicantes (franciscanos y dominicos), la Iglesia se habría vuelto a caer en los desórdenes condenados. Se trataba de ir a encontrar a los hombres directamente con una predicación adaptada a sus vidas, haciéndolo, no desde un monasterio ni en las aulas de una escuela, sino en la calle.

Los mendicantes contribuyeron no sólo a la reforma moral, sino que fueron los instrumentos de una nueva concepción de la Iglesia y de su papel, más universalista que unitario, de manera tal que el poder feudal cedió su lugar a otros intereses: la Iglesia de las misiones, de las universidades, y a hacer a una Iglesia más cercana a la sociedad, así el mensaje de Cristo se encarnó en la forma de "Cristiandad"

S. Francisco de Asís fue el fundador de los Franciscanos. Po su gran personalidad atrajo a muchos seguidores. Ésta Orden estaba formada por laicos y clérigos, es decir, por todos los que querían servir a Cristo en pobreza perfecta. Iban por el mundo, predicando y con la maravillosa libertad de Cristo, sacrificando el orgullo de la inteligencia y de la riqueza. Pronto fueron nombrados Frailes Menores. Su ideal era la Pobreza. A S. Francisco le costó mucho hacer una Regla, que después de muchas enmiendas fue aprobada en 1223.

Por su parte, S. Domingo, había reunido a unos cuantos compañeros y fundado un convento de monjes. El Papa le aconsejó que escogiera una Regla. Domingo eligió la de S. Agustín, pero que después amplió. La orden estaba formada por clérigos, bien formados en Teología, y dedicados a la propia santificación, y a la predicación de la Doctrina Católica. Son la Orden de los Dominicos o la Orden de Predicadores.

Veinte años después de la muerte de Francisco y de Domingo, casi se podría decir que las dos Órdenes sólo se diferenciaban por el color de sus Hábitos.

De cada Orden surgieron grandes personalidades. S. Bonaventura (franciscano) y Sto. Tomás de Aquino (dominico). También de cada Orden salieron ramas femeninas. De la de los franciscanos: las Clarisses fundadas por Sta. Clara. De la de los dominicos surgieron las Dominicas, primeramente como Orden contemplativa, pero que más tarde se completó con las "Terceras Órdenes Regulares", dedicadas a la enseñanza y al cuidado de enfermos. 

Sta. Catalina de Siena en uno de sus escritos dice: "Domingo y Francisco son verdaderamente dos columnas de la Iglesia; Francisco con la POBREZA ... Domingo con la CIENCIA..." 
        

 


Historia de la VIDA MONÁSTICA y del MONASTERIO
 


Un monasterio es un lugar donde habita uno o varios monjes. Originalmente un monasterio era la célula de un ermitaño o anacoreta. Los monasterios cristianos son también llamados abadías, (regidas por un abad) o prioratos, (regidos por un prior). La vida comunal de un monasterio se denomina cenobitismo, en contraposición con la vida anacorética de un ermitaño. La palabra "monasterio" también se utiliza para referirse a este tipo de comunidades de otras religiones.

Que es un “monasterio
La palabra “monasterio procede del griego “Monasterion”, de la raíz “monos” (“uno solo”) ya que originariamente todos los monjes cristianos eran ermitaños. Fuera de lo religioso, estos monasterios servían para hospedar a los visitantes.
Los primeros monasterios cristianos
La vida monástica para los cristianos empezó poco tiempo después de la muerte de Jesús. Los primeros cristianos compartían sus posesiones y llevaban una vida de entrega a Dios. En el siglo III, san Antonio, un cristiano egipcio, reflexionó sobre las palabras de Jesús, Ve, vende todo lo que posees y dáselo a los pobres, y entonces él y sus seguidores abandonaron todas sus posesiones y marcharon al desierto de Egipto y Siria. De esta manera creían vivir más cerca de Cristo dedicándose a la oración y la contemplación.
Inicialmente vivieron solos, pero poco tiempo después decidieron unirse y habitar en cuevas o chozas construidas por ellos mismos, sencillas pero suficientes como para hacer su vida de oración en comunidad.
En el siglo VI san Benito creó una comunidad, los benedictinos, y estableció reglas de convivencia que luego sirvieron de base para otras congregaciones. Los seguidores de san Benito hacían tres promesas: abandonar todas sus posesiones personales (voto de pobreza), no mantener relaciones sexuales (voto de castidad), y seguir las reglas de la vida monástica obedeciendo al abad (voto de obediencia)
En la Edad Media, muchos de los monasterios también servían como granjas, casa de huéspedes, centros de aprendizaje y hasta como hospitales, siempre bajo las reglas benedictinas.
Más tarde aparecieron otras órdenes que establecieron reglas aún más rígidas, como los cartujos o los cistercienses Los monjes de esta última orden eran conocidos como monjes blancos, debido a que utilizaban hábitos de lana sin teñir. Esta congregación fue fundada en 1098. Construían sus monasterios bien alejados de las ciudades y allí cultivaban la tierra y criaban su propio ganado. En Inglaterra se construyó, en 1131, la abadía cisterciense de Rievaulx, en Yorkshire, donde los monjes tenían prohibido hablar.
En la segunda década de siglo XIII se crearon dos nuevas órdenes: los franciscanos (1210), que se guiaban por las enseñanzas de san Francisco de Asís; y los dominicos (1216) seguidores de santo Domingo. Los franciscanos profesaban la pobreza y la ayuda a los semejantes, mientras que los dominicos combatían la herejía cátara. Ambos eran conocidos como "frailes".
Tras la Reforma Protestante, muchos monjes abandonaron los monasterios para seguir la doctrina de Lutero. Luego, durante las guerras de religión, muchos monasterios fueron saqueados y destruidos.
Más tarde se crearon nuevas órdenes, como la Compañía de Jesús, cuyos miembros eran conocidos como jesuitas y dedicaban su vida a misionar y predicar por todo el mundo, especialmente en las nuevas tierras descubiertas al oeste de Europa, donde se fundaron muchos e importantes monasterios.
Reglas monásticas.

Las reglas eran las ordenanzas escritas que los monjes de las distintas órdenes monacales debían seguir. Se iniciaron cuando los cenobios crecieron en número de monjes y hubo necesidad de una cierta organización. Muchas de estas reglas se conservan y gracias a ellas se tiene noticia de la arquitectura y disposición de algunos monasterios ya desaparecidos. Figuras importantes de la Iglesia Católica fueron San Agustín, San Benito, el monje Roberto, San Bernardo, San Bruno, San Basilio, y otros más. Las reglas estaban compuestas por capítulos que solían leerse en los monasterios en la sala capitular. En ellos se iba dictando una serie de normas a seguir, tanto de carácter espiritual como práctico y sobre la vida de los monjes (vestuario, comida, horas de sueño, trabajo, etc.).
Construcciones principales
La iglesia, lugar de oración, es el edificio principal. En torno a ella se iban alzando las dependencias necesarias. La iglesia se empezaba a construir por el ábside y tenía fácil comunicación con las celdas de los monjes a través del claustro.

El claustro era quizás el segundo elemento en importancia. Estaba construido generalmente junto a la nave sur de la iglesia. La iglesia tenía una puerta de acceso al claustro. En este espacio estaban distribuidas las estancias de mayor uso para la vida de los monjes. El claustro es de planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados recibe el nombre de panda. En el centro suele haber un pozo y en el espacio restante, un pequeño jardín con cuatro caminos. Cada panda tiene una galería o corredor cubierto limitado por arcadas. En la panda este y cerca del cuerpo de la Iglesia se halla siempre una pequeña estancia que servía como estudio o biblioteca.
 
A continuación se hallaba la Sala Capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la Regla de la orden, y donde el Abad organizaba las distintas tareas que debían seguir los monjes. En esta sala era donde se exponían posibles faltas de alguno de ellos para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a capítulo.

A esta estructura fundamental se añadía la parte del scriptorium, el huerto, la enfermería, el locutorio y a veces, establos, lagares, molinos, talleres, etc. Y el cementerio se encontraba siempre en el terreno monacal.