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Los ss. X – XI fue una época en que
la historia del monacato se distinguió por las reformas y agrupaciones
de monasterios. La palabra ORDEN no aparece hasta 1012, pero la realidad
era anterior.
Cluny, Orze y otros influyeron
igualmente en la reforma del monacato femenino. Su situación en la
segunda mitad del s. XI, era igual o peor que la de los monasterios de
monjes antes de la Reforma. Los primeros abades de Cluny no se ocuparon de las monjas. S. Hugo se dio cuenta del estado de los monasterios femeninos, y creó un Cenobio ideal. En 1061 se inició la vida regular en Marcigny (Borgonya) y tuvo un gran éxito. Ingresaron en ella jóvenes de la más alta alcurnia.
Al lado del monasterio vivía una pequeña
comunidad de monjes, cuyo Prior venía a ser el superior inmediato, no
sólo de los monjes sino también de las monjas: responsable de su vida
moral y espiritual, mantenimiento de la disciplina, administrador de sus
bienes .
Es muy difícil establecer con cierta
exactitud el horario vigente en las comunidades, puesto que no tenían
relojes mecánicos. Los monjes y las monjas medievales, por mucho que
estimaran la oración comunitaria , se les había impuesto una carga que
superaba la capacidad humana, ”la oración en común es tan larga y tan
pesada que las monjas se encuentran sin ganas para otras mortificaciones
distintas de las impuestas por la vida común”. (José Mattoso)
Por otra parte, es cierto, que, respetando
la abstinencia, se comía y bebía cada vez mayor en los monasterios, y,
sobretodo con más abundancia. Había de reparar fuerzas para seguir
cantando. El trabajo manual productivo pertenecía al
pasado. Las monjas artistas: pintoras, escultoras, miniaturistas, eran
las únicas que trabajaban con las manos.
Los monasterios constituían focos de vida
espiritual para los que se acercaban a ellos. La piedad monástica fue
católica en sus aplicaciones y un manantial de luz, amor y consuelo
para todos. |
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En el s. VIII empezó ya un movimiento de restauración del monacato. Algunos monasterios de vanguardia evangelizaron maravillosamente, promoviendo la agricultura, y la cultura en las escuelas. La vida de los monjes, sin embargo, se iba adelgazando.
Fue
S. Benito
de
Aniana
quien puso todo su esfuerzo por devolver a los monjes la vida austera y
sencilla, así algunos monasterios como S. Gal, Ferrières, Corbie,
Tours...
reflorecieron. En el s. X, un noble de Borgoña, Bernon, pidió al Duque de Aquitania un terreno para fundar un monasterio, en una pequeña aldea rodeada de bosques, Cluny. Fundó el monasterio, a fin que exento de jurisdicción civil y eclesiástica, lo construyó como propiedad de S. Pedro y de S. Pablo, comprometiéndose a pagar un censo al Pontífice. Los Abades S. Odó, S. Mayol, y S. Odilon, habían dado a Cluny un gran renombre y sus monjes se habían extendido por toda Europa. Pero al principio del s. XII, Cluny sufría una cierta decadencia religiosa y cultural, a causa de su Liturgia que daba demasiada importancia a las formas en detrimento de su espíritu. EL periodo entre los ss. X -XII fue una época de reforma del mundo monástico. Los monasterios habían acumulado posesiones grandiosas; donativos y herencias habían multiplicado los bienes de los monasterios; eso llevaba a una vida disoluta. Al empezar el s.X, Montecassino brillaba de nuevo y Subiaco era rico e influyente. Los reformadores de Cluny habían trabajado y fundado en Farfa, Roma, e Italia del norte, y aunque habían sufrido destrucciones por parte de los sarracenos, continuaban la vida monástica. La Regla benedictina, pues, iba extendiéndose por Italia. Pero al mismo tiempo se buscaba un tipo de vida más austera y también eremítica. S. Nilo fundó la Abadía de Grottaferrara, de rito griego y regida por la Regla de S. Basilio. Así también, Romualdo, Juan Gualberto y Pedro Damiano. Romualdo de Ravena (950-1027) proyectó restaurar la vida monástica del desierto. Dejó dos grupos de ermitaños: Fonte Avellana i Camàldula, en el Valle del Po. Juan Gualberto de Florencia (990-1073) fundó Vallombrosa, con una vida muy estricta. Damiano de Ravena influyó mucho en la vida monástica con sus escritos.. En todos estos monasterios la vida monástica era muy austera, y ha sido muy fecunda hasta nuestros días. Pero su austeridad no la ha dejado extender y sólo subsiste en Italia. Otros monasterios surgieron siguiendo la Regla benedictina en su interpretación rigurosa: S. Esteban de Muret, para los anacoretas, S. Roberto de Arbussel funda Fontevrault en el s. XII para monjes y monjas, bajo el mandato de una Abadesa. S. Silvestre Gozzolini, funda los Silvestrinos y Pedro de Morrone (Celestino V), los Celestinos, que unía benedictinos y anacoretas. También en las Galias, Escocia y Francia, florecieron monasterios. Muy cerca de Glenoble, S. Bruno con un grupo discípulos se retiró en el "desierto de los Alpes", y fundó la Gran Cartuja, pero poco después murió en Roma. A pesar de eso, la Cartuja continuó su vida y poco a poco, por etapas, adquirió el estatuto de Orden, los Cartujanos. Era muy parecido a la Camáldola. Estaba formado por pequeñas celdas en torno a un claustro, formando un conjunto monástico. Era una vida tan austera que sólo eran aceptados los aptos para llevarla: vida espiritual, psicológica y física llena. No cayeron en la relajación. A más de la Gran Chartreuse de Grenoble,son famosas las Cartujas de Florencia y de Pavia del s. XIV Desde el año 1147 también hay monjas cartujanas. S. Roberto de Molesme, junto con S. Alberico, S. Esteban Harding y algunos monjes se dirigieron a Citeaux lugar desierto y pantanoso, lleno de juncos. Parece que no querían fundar ninguna orden nueva, pero no fue así. De aquí salieron los cistercienses. A Esteban se le debe la primera organización por medio de la "Charta Charitatis" "Carta del Amor", que demuestra como hacer de cada monasterio una escuela de Amor.. Pero la fundación del Císter fue compartida con S. Bernardo de Claraval, hombre inteligente y de carácter ardiente y amable. El Císter creció muy pronto. Como reacción a los de Cluny, los del Císter volvieron a la estricta observancia religiosa de la Regla benedictina. En 1120 cerca de Dijon se fundó un monasterio de monjas de la Orden cisterciense, las "Bernardas" que muy pronto se extendieron por Alemania, Francia y dieron a la Iglesia muchas Santas. En España el rey Alfons VIII fundó un monasterio en Burgos: "Las Huelgas". S. Norberto, después de su conversión, llevó una vida penitente y recibió la ordenación sacerdotal. Entonces se dedicó a la reforma de clérigos y canónigos. Entendiendo, por un sueño que tuvo, que tenía que construir un monasterio, pidió permiso al obispo para hacerlo tal como se le había " pre-mostrado", de aquí el nombre de Premostratenses (1120). Ésta Orden no es de monjes, sino de canónigos regulares con una vida de comunidad, contemplativa y apostólica al mismo tiempo. Su Regla es la de S. Agustín, tan general y ambigua que puede adoptarla cualquier instituto religioso. Desde el s. XI aparecieron canónigos regulares en todos los países, primero sin ningún vínculo de unión, más tarde formando congregaciones. Tienen importancia las siguientes: Canonigos Lateranenses, Congregación de S. Rufo, Congregación de la Sta. Cruz, Los canónigos del Santo Sepulcro, para atender los hospitales de peregrinos, Congregación de S. Víctor, los Hospitalarios del Espíritu Santo, los Canónigos o "Monjes de S. Bernardo", que tenían hospitales en los puertos de los Alpes, los Canónigos de S. Eloi, que cuidaban de los peregrinos enfermos, y muchos más. En el S. XII se fundaron las Canonesas Agustines que seguían la vida contemplativa bajo la Regla de S. Benito. Entre los canónigos regulares de S. Agustín hubo diversas formas de vida; una de ellas fueron los Trinitarios, fundados en Francia por S. Juan de Mata, dedicados a la redención de cautivos. También la Orden de Merced, fundada en Barcelona por S. Pedro Nolasco junto con S. Ramon de Penyafort (1222) estaba consagrada a rescatar a los cristianos esclavos de los serracenos y de los moros Cuando los cistercienses y los premostratenses se extendieron, pidieron a los fundadores que crearan la rama femenina. Primero se opusieron, pero acabaron abriendo conventos para las monjas, que llevaban una vida litúrgica y contemplativa. No olvidemos, que en los primeros siglos de la edad media existían grupos de mujeres sacrificadas que no eran ni formaban ninguna Orden, pero que cuidaban de los enfermos de los hospitales, y de los hospicios. La difícil situación religiosa de los cristianos de Oriente hizo que en el s. XIII se fundara la Orden de los Carmelitas, agrupando a los eremitas que venían de Palestina. S. Simon Stock le dio su constitución definitiva e hizo que se extendiera por Europa. El Papa Inocencio IV la transformó en cenobítica, pero dedicada al apostolado. A finales de la Edad Media aparecieron dos Órdenes femeninas, las Carmelitas, que empezando en Italia se extendieron por España, y que un siglo después fueron reformadas por Sta. Teresa. La otra Orden fue la de las Brígidas, fundadas por Sta. Brígida de Suecia. También aparecieron otras Órdenes de monjas y terceras Órdenes. Entre las Congregaciones, la más significativa fue la de los Servitas (Sirvientes de Sta. Maria), formada por laicos, que acabaron viviendo en conventos como el de S. Antonio de Padua. Bajo la inspiración de los cistercienses aparecieron las "Órdenes de Caballería" a la vez religiosas y militares con el fin de proteger los Lugares Santos, fueron los "templarios" y los "caballeros del Hospital", nombrados más tarde "Caballeros de Malta", dedicados al cuidado de los peregrinos enfermos que iban al Santo Sepulcro. Serían muy útiles en aquella época y dieron relieve a un aspecto importante de la misión de la Iglesia. En España serían fundados los "caballeros e Calatrava" para ayudar a la Reconquista del país de manos de los moros. La reforma realizada por los Papas durante los siglos XII - XIII no se habría podido hacer sin un movimiento popular favorable. Sin el evangélico entusiasmo que acompañó las Órdenes Mendicantes (franciscanos y dominicos), la Iglesia se habría vuelto a caer en los desórdenes condenados. Se trataba de ir a encontrar a los hombres directamente con una predicación adaptada a sus vidas, haciéndolo, no desde un monasterio ni en las aulas de una escuela, sino en la calle. Los mendicantes contribuyeron no sólo a la reforma moral, sino que fueron los instrumentos de una nueva concepción de la Iglesia y de su papel, más universalista que unitario, de manera tal que el poder feudal cedió su lugar a otros intereses: la Iglesia de las misiones, de las universidades, y a hacer a una Iglesia más cercana a la sociedad, así el mensaje de Cristo se encarnó en la forma de "Cristiandad" S. Francisco de Asís fue el fundador de los Franciscanos. Po su gran personalidad atrajo a muchos seguidores. Ésta Orden estaba formada por laicos y clérigos, es decir, por todos los que querían servir a Cristo en pobreza perfecta. Iban por el mundo, predicando y con la maravillosa libertad de Cristo, sacrificando el orgullo de la inteligencia y de la riqueza. Pronto fueron nombrados Frailes Menores. Su ideal era la Pobreza. A S. Francisco le costó mucho hacer una Regla, que después de muchas enmiendas fue aprobada en 1223. Por su parte, S. Domingo, había reunido a unos cuantos compañeros y fundado un convento de monjes. El Papa le aconsejó que escogiera una Regla. Domingo eligió la de S. Agustín, pero que después amplió. La orden estaba formada por clérigos, bien formados en Teología, y dedicados a la propia santificación, y a la predicación de la Doctrina Católica. Son la Orden de los Dominicos o la Orden de Predicadores. Veinte años después de la muerte de Francisco y de Domingo, casi se podría decir que las dos Órdenes sólo se diferenciaban por el color de sus Hábitos. De cada Orden surgieron grandes personalidades. S. Bonaventura (franciscano) y Sto. Tomás de Aquino (dominico). También de cada Orden salieron ramas femeninas. De la de los franciscanos: las Clarisses fundadas por Sta. Clara. De la de los dominicos surgieron las Dominicas, primeramente como Orden contemplativa, pero que más tarde se completó con las "Terceras Órdenes Regulares", dedicadas a la enseñanza y al cuidado de enfermos. Sta. Catalina de Siena en uno de sus escritos dice: "Domingo y Francisco son verdaderamente dos columnas de la Iglesia; Francisco con la POBREZA ... Domingo con la CIENCIA..." |
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