TEMAS SOBRE LA VOCACIÓN    Josefina Rabella
 

 


DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
 


1. Ora ¿Qué debo hacer, Señor? (Hc 22,10).
La vocación no depende sólo de ti, sino también de Dios. Por eso, para descubrirla y tener la valentía para seguirla, hace falta el diálogo con Jesús.

2. Presta Atención. “Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía” (Jer 20,9)
Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti, hace falta aprender a escuchar, experimentar, darte cuenta de tus deseos, miedos, inquietudes, proyectos. Para eso necesitas hacer elipsis en torno a ti y en tu interior. Escúchate a ti misma y a personas que desean tu bien. ¿A qué se inclina tu corazón? ¿Por qué te atrae esta vida? Aprende a mirar a las mujeres y a los hombres a tu alrededor. ¿Qué te está diciendo Dios a través de su pobreza, su dolor, su desesperanza, su necesidad de Dios?
Sólo si aprendes a escuchar, a mirar y estar atenta, podrás descubrir los signos de la llamada de Dios. En esta etapa podrás llegar a decir: “Tal vez Dios me está llamando a la vida religiosa.”

3. Tranquilízate. Acuérdate que no estás decidiendo hoy hacer un compromiso para toda la vida. Simplemente estás explorando la posibilidad de este camino en la vida. A veces, al comenzar el discernimiento vocacional, nos llenamos de todo tipo de temores. Es normal experimentar cierta ansiedad en esta etapa. Conviene confrontar esos temores directamente con la ayuda de la dirección espiritual. Si no, te pueden paralizar.

4. Infórmate. Los caminos para realizar la vocación religiosa son muy diversos. No es suficiente querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanas y hermanos. Es conveniente explorar diferentes tipos de comunidades: las de claustro, de vida apostólica; las misioneras; las monásticas tanto de vida activa como de claustro.
Aunque ordinariamente cuando se siente la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, vale la pena dedicar algún tiempo a informarte más a fondo sobre esa vocación y sobre otras.

5. Haz una visita a una o varias comunidades. Si es posible pasa unos días con la comunidad. Esto te permite conocer de primera mano el ambiente comunitario, la forma de oración, los ministerios, etc.

6. Comienza a tomar una decisión. Durante el tiempo de discernimiento puede ayudar un acompañamiento espiritual. También puedes leer libros que te orienten acerca de la espiritualidad de diferentes congregaciones.
Decidir seguir adelante en el camino vocacional es difícil. Ante la opción tal vez sentirás tus miedos, incertidumbres y limitaciones. Como el profeta Jeremías dirás, “¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy muy joven!” (véase Jer 1,7) Y sin embargo, con todas tus limitaciones, a lo mejor Dios te está llamando. No seguir adelante en el proceso equivale a decidir que no quieres continuar en la búsqueda de la voluntad de Dios para tu vida.

7. Continúa con el siguiente paso en el discernimiento. Pregunta por los requisitos para entrar a la comunidad particular que más te atrae. Pasa tiempo con la comunidad. Dedica tiempo para conocer mejor su carisma e historia. Mientras mejor se conocen, será más madura la decisión que tomes.

8. Concreta tu decisión a cada paso en la acción. No esperes una visión o una comunicación extraordinaria de Dios; ni te dejes vencer por el miedo. Pon los medios que estén a tu alcance para realizar lo que vas descubriendo como la voluntad de Dios en tu vida.
 

 


CÓMO DISCERNIR LA “LLAMADA” Y HACIA DÓNDE DIRIGIRLA
 


La Vocación o “LLAMADA” tiene una estructura dialogal: “la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios” (Ef.4,1-4; 2Te. 1,11...) Desde el momento en que el ser es LLAMADO a la existencia, resuena en él una PALABRA DE DIOS, que le conduce a su plenitud.
Y en su trayectoria de Vida, lo que realmente da valor a este ser que va caminando, es esta PALABRA que resuena dentro de él y le empuja a su realización y a su maduración.

Si la “vocación” es un diálogo, y ante todo, como, expresa el mismo nombre : una “LLAMADA”, ha de haber alguien que llama, y que tiene sobre el destinatario un proyecto preciso; y alguien que escucha y que puede, libremente, escoger entre responder o permanecer sordo a la llamada.
En el lenguaje bíblico Dios es “aquel que llama”: (Ga. 5,8; ITe. 2, 12; ITe. 5,24; IPe. 1,15; Rm. 9,24); los hombres son los llamados “tanto judíos como griegos”. “herederos de las promesas”, “elegidos y fieles” (Rm. 11,32; ICo. 1,24)...

Las escenas de vocación son de las páginas más impresionantes de la Biblia. La vocación de Moisés en la zarza ardiente (Ex. 3), la de Isaías en el templo (Is. 6),el diálogo entre Dios y el joven Jeremías (Jr. 1) ponen en diálogo a Dios en su majestad y en su misterio y al hombre en toda su verdad, en su miedo y en su generosidad, en su poder de resistencia y de acogida. Tales relatos demuestran que la vocación es un momento de importancia en la revelación de Dios y en la salvación del hombre.

La vocación es el llamamiento que Dios hace oír al hombre que ha escogido y al que destina a una obra particular en su designio de salvación. En el origen de la vocación hay por tanto una ELECCIÓN DIVINA, y en su término, una VOLUNTAD DIVINA QUE REALIZAR. Sin embargo, la vocación añade algo a la elección y a la misión: un llamamiento personal dirigido a la conciencia más profunda del individuo y que modifica radicalmente su existencia, no sólo en sus condiciones exteriores, sino hasta en el corazón.
Y Dios aguarda una respuesta a su llamamiento, una adhesión consciente de fe y de obediencia. A veces esta adhesión es instantánea, pero con frecuencia el hombre siente miedo y trata de evadirse. Es que la vocación normalmente pone aparte al llamado y hace de él un extraño entre los suyos.

La LLAMADA a la existencia por medio de la Creación, es para cada individuo una VOCACIÓN única e irrepetible . En cuanto a la LLAMADA a la salvación , la vocación depende de la variedad de servicios y de carismas en orden al bien común. Todos, empero, dependen del amor y de la voluntad salvadora de Dios.
Gracias a los Sacramentos de la Iniciación, los fieles participan de las tres funciones mesiánicas de Cristo: sacerdote, profeta y rey.
Ahora bien, en la comunidad eclesial estas tres funciones están representadas por tres estados diferentes que dependen de VOCACIONES particulares

La función sacerdotal está representada por el sacerdocio ministerial con sus servicios de santificación, evangelización y gobierno, y tiene como punto central la Eucaristía.
La función profética está representada por los estados de perfección, como compromiso de testimonio y de signo profético en la imitación más perfecta de Cristo, por medio de una vida de ascesis , castidad, pobreza y obediencia-
La función real está representada por el estado laical con todo el valor de la vida , -a fin de trasladar al campo temporal la santificación- con el compromiso de santificar todo lo temporal como un homenaje a Cristo Redentor y Señor de “los cielos nuevos y de la tierra nueva”.

Todas las vocaciones en cierto sentido son divinas, es Dios quien llama, pero sólo la vocación sacerdotal y la vocación religiosa constituyen la VOCACIÓN por excelencia. La vocación sagrada o divina
Así, cuando se habla de VOCACIÓN normalmente nos referimos a la vocación sacerdotal o a la vocación religiosa, y por su carácter especial de servicio y de testimonio, desempeña el ejercicio de una función pública en la Iglesia .

La respuesta a la LLAMADA, iluminada por la fe, plantea unas exigencias espirituales de una actitud de disponibilidad, de búsqueda, de ofrecimiento y de realización.

En realidad, la verdadera respuesta sólo la podremos encontrar, poniéndonos a la presencia de Dios, en momentos de silencio, de oración profunda y con la disposición interior de CUMPLIR SU VOLUNTAD.
Porque, como dice S. Pablo (Rom. 8. 28-30)
“Dios nos llama a vivir en Jesucristo”

 

 


MI VOCACIÓN
 


La Biblia explica la vocación como la respuesta a la llamada de Dios. De que manera hace irrupción en la vida de algunas personas: les trastorna la existencia, las transforma, les da una misión a cumplir.

La vocación no viene, sino que se encuentra inscrita en el fondo de cada persona. Ser llamado no es más que ser invitado a SER uno mismo, a ser lo que uno ES.
La vocación se dirige al mismo SER de la persona llamada, no es una opción exterior.

La fuerza de la vocación consiste en el hecho de que, la respuesta que pide es un acto de LIBERTAD, el de escoger el propio destino, aunque no esté predeterminado.
Hacer una cosa por vocación es confiar en nuestra capacidad de ultra-pasarnos i encontrarnos con nuestra IMAGEN hecha realidad.