Introducción
Antes de entrar en el tema, quisiera decir dos palabras testimoniales,
puesto que desde el primer momento estuvimos de acuerdo en que presentaría
la materia de forma “vivencial”. Cuando ya has llegado a los 70
años,
te das cuenta que lo importante es la vida, no los pensamientos o
reflexiones, tan fáciles de intuir pero tan difíciles de practicar.
Por esto mirando
atrás, quiero empezar dando una lista de libros que han sido básicos
para mi vida monástica.
Comentarios
a los evangelios.
En primer lugar debo citar los comentarios sobre los Evangelios. Estoy
de acuerdo en que todos debemos escribir nuestro propio evangelio. Y
cuando digo eso no pienso en imprentas, sino en papeles llenos de notas
que sólo tu te entiendes, pero en los que tu comentas los pasajes bíblicos
con toda libertad.
Bueno, los
libros sirven de punto de partida, para saber la interpretación
correcta, pero luego creo es imprescindible entrar en el texto y ponerle
tus títulos en lo que te parecen grupos con un mismo tema, sus
relaciones con el tema anterior, etc. Parece que te vas comiendo el
texto, PERSONALIZÁNDOLO según tu forma de ser y de comunicarte con
Dios.
Del evangelio de Marcos recomiendo el “Evangelio según San
Marcos”. Joachin Gnilka. Ed Sígueme 1966 (2vol). Aunque resulta
largo seguir paso a paso todos los textos, un año te fijas más en un
fragmento y otro en otro. Así, al cabo de un tiempo ya has entrado en
la dinámica propia del evangelista.
“Evangelio según
San Mateo”. Pierre Bonnard. Ed Cristiandad 1976. Aunque el autor es protestante, tiene la particularidad de ser un buen
“pastor”, y sus comentarios a menudo van hacia la vida.
“Evangelio según
San Lucas”. Joseph A. Fitzmyer. Ed
Cristiandad1986 (3Vol). A pesar que falta la traducción
del cuarto volumen, que corresponde al final del texto de Lucas, el
autor es un muy buen exegeta católico norteamericano y gran conocedor
de la Biblia.
Sobre el Quarto
Evangelio me veo obligada a citar más libros por el hecho de ser un
texto más teológico, y por tanto de más discutida interpretación.
Mientras algunos piensan que en él todo es simbólico, otros, como mi
profesor (P. Guido Camps, monje de Montserrat, ya fallecido), creen que
a la vez que teológico, es el más histórico por ser testimonio
ocular, suponiendo que identificamos Juan con el “discípulo amado”,
aunque algunos no estén de acuerdo en ello. Hasta el momento, las otras
conjeturas a mi no me resultan tan convincentes.
Así pues, sobre
éste evangelio me parece una preciosidad: “El Evangelio según San
Juan”. Raymond Brown. Ed Cristiandad 1979 (2vol) A parte de ser
considerado uno de los mejores conocedores del texto de Juan, por ser
religioso, Brown resulta muy espiritual.
“El evangelio
según San Juan” de Rudolf Schnackenburg. Ed Herder 1980 (3 vol), hace una exégesis más que exhaustiva de cada fragmento, con muchos
argumentos y disquisiciones, como buen germánico. Por esto yo no
recomendaría una lectura demasiado seguida. Parece que te saca
de la realidad para entrar en conjeturas intelectuales. Pero leído a
pequeñas dosis, como por ejemplo en Semana Santa entrar en el
comentario al texto de la Santa Cena, se puede sacar mucho fruto.
La “Interpretación
del cuarto evangelio” de C.H. Dodd Ed Cristiandad 1978, tiene, en
la tercera parte (páginas 291-443) una Estructura del cuarto evangelio
que me parece magnífica, y que puede servir de mucha ayuda para
entender el conjunto del libro. (El otro libro de Dodd: “Tradición
histórica en el cuarto evangelio”, me parece más para
especialización que para sacar fruto en una lectura espiritual).
Libros de Teología
La “Teología
dogmática vol.V. La gracia Divina”. De Michael Schmaus. Ed Rialp
1962, fue un libro capital para mi.
La entrada en el Monasterio, a los 20 años, y de una familia muy
liberal, fue un choque importante para mi. Yo no era “humilde” como
las demás, ni mucho menos “sumisa”, ni silenciosa, sino al
contrario: movida, entrometida, tal vez envidiosa... o sea que enredaba
a mis compañeras de noviciado. Esto me hacia merecedora de muchas “repulsas”,
cosa que me bloqueaba enormemente. En estas circunstancias cayó en mis
manos el libro de teología de Schmaus, que leí con entrañable
fruición.
Al cabo de un tiempo yo me había descentrado de mi misma, para empezar
a abrirme a la alabanza de Dios que, con su GRACIA, había puesto tantas
cosas buenas al alcance de mi mano.
No discutiré
sobre si los libros de psicología ayudan a mucha gente, pero mi
experiencia ha sido que para liberarte de tus egocentrismos, es muy
bueno llenarte de la grandeza de los dones de DIOS.
Libros de Monástica
San Doroteo de
Gaza. “Conferencia”s. ECUAM. Argentina 1990. Ha sido
un libro clave en mi último quehacer monástico. San Doroteo te deja
desnudo/a de ti. No te permite disimular tus faltas. Y esto es
importante, porqué te encuentras sincero/a ante Dios.
“Les sentences
des Pères du Déser”t. Abbaye Solesmes 1966. Se han
escrito bastantes libros sobre dichos de los Padres del Desierto, pero
no he encontrado otro como éste volumen recogido por los monjes de
Solesmes, aunque está en francés.
“Starets
Silouana”- escrito por el Archimandrita Sophrony. Ed Presence. 1973 (Está traducido al español). Esta lectura larga y reposada sobre la
doctrina espiritual del Starets Silvano, del Monte Athos, muerto en
1934, no sólo me hizo entrar en comunión con la doctrina ortodoxa,
sino que me pareció adentrarme en mi propia experiencia monástica,
donde a través de Espíritu Santo, la COMUNIÓN UNIVERSAL forma parte
integrante de nuestra vida.
La “Vissioni
Attuali sulla vita monástica”- Montserrat 1966. Me ha ayudado
mucho a valorar nuestra vida, junto con los actuales hombres de Iglesia.
A veces parece que la minusvaloramos, influidos/as por unas críticas
superficiales.
Finalmente, en éstos últimos días,
el
“Congreso de Vida Religiosa”, Roma octubre 2004. Ponencias sobre:“La vida
religiosa en el futuro” por Sandra Schneiders IHM. “La vida
religiosa después del 11 de septiembre” por Timothy Radcliffe OP
“Buscadores de pozos y caminos” por Dolores Aleixandre RSCJ.
Leídas
en el refectorio, nos han dado una ilusión actual, siempre importante
para andar al ritmo de nuestra sociedad. En Cataluña, fruto de este
Congreso, se está pensando en la forma concreta de llevar a la práctica
algunas de sus conclusiones.
MISIÓN
ECLESIAL DE LA VIDA MONÁSTICA
1-
El monaquismo como parte integrante de la Iglesia, desde los primeros
siglos hasta hoy.
Según Fitzmyer (siguiendo a Brown), el Magníficat de María, el Cántico
de Zacarías, y el de Simeón, serían himnos judeocristianos salido de
las primeras comunidades que encontramos en los “Resúmenes” de los
Hechos de los apóstoles.
(2,42-47: Todos estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían
todas sus propiedades y sus bienes, y los compartían con todos, según
la necesidad de cada uno. Día
tras día continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los
hogares, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando
a Dios).
Me gusta pensar que estas comunidades, juntamente con Juan y la Virgen (solitarios
en Éfeso), están en el inicio de nuestra vida monástica. Porqué es
evidente que estas comunidades unidas para la alabanza, con alegría y
sencillez, forman el primer núcleo cristiano del monacato.
¿No es bonito
encontrar el Espíritu impulsor de nuestra vida, en estos
cantos de nuestra plegaria diaria?. Unos cantos que desde el
inicio de la era cristiana, han servido para alabar a Dios, dándole
gracias por habernos “visitado como un Sol que viene de lo alto”
(Laudes), mirando benevolente “la humilde condición de sus
siervos/as” (Vísperas), y haciéndonos vivir y “morir
en paz” (Completas).
Sabemos que estas comunidades sufrieron enseguida persecuciones (nos lo
narra el Apocalipsis). Luego, al salir de las catacumbas, el modelo monástico
emergió, fuerte y radical, en Egipto, Palestina, Siria...etc. Y muy
pronto pasó, también a occidente. Primero con San Benito sVI, luego
con la renovación de San Bernardo, o San Bruno, o Santa Clara. Y en
siglos posteriores, a través de todas las órdenes Carmelitas, junto a
un largo etcétera.
Es, pues, tan importante la vida monástica, que llena toda la historia de
la Iglesia, desde el principio hasta nuestros días.
Si ahora
entramos un poco en la doctrina que ha sostenido esta vida monástica
dentro de la Iglesia, al largo de los siglos, podemos distinguir dos
partes:
A-Doctrina
monástica antigua
Del ya he
citado Doroteo de Gaza, reproduzco la idea que me parece central de su
doctrina: “Si viene un hermano, te hiere, y tu te irritas, no
des la culpa al hermano. Te has enojado porqué tu corazón está malo,
podrido”. Porqué monje/a es el sincero consigo mismo en una sociedad donde se da
demasiado la culpa al otro. ¿No es lo que constatamos a diario en los
medios de comunicación?.
De la doctrina
de los Padres del Desierto, citaré algunos apotegmas:
Abba
Moisés se niega a juzgar a un hermano.
Cuentan que en
una ocasión un monje dejó el desierto para ir a Alejandría y allí
vivió disolutamente con una mujer. Luego se arrepintió, y pidió
volver a ser admitido con los otros monjes. Entonces
los Padres se reunieron para discutir la penitencia que se le debía
imponer. Llagaron todos, menos abba Moisés. Todos fueron insistiendo en
pedir su presencia en la asamblea, hasta que, al final, se presentó
cargado con un saco agujereado en la espalda, lleno de arena que se iba
perdiendo por el camino. Cuando los otros le preguntaron que explicara
aquella actitud suya, respondió: “yo llevo mis pecados en la espalda
y no los veo, mientras que todo el mundo los ve. Y yo que no veo mis
pecados ¿tengo que venir a juzgar los pecados de un hermano? Entonces
le respondieron: tu tienes razón.
¿No
es verdad que monje/a es el que no juzga a los demás, sino que se mira
a si mismo en los ojos de Dios? ¿Ante quién vivimos? ¿No es sólo para
Él “vivimos, nos movemos y somos”?
Dios dice a Abba
Antonio que una pastorcita le sobrepasa en el don de oración. (Este
apotegma se cuento de muchos Padres del desierto)
En
una ocasión en que abba Antonio estaba rezando, Dios le dijo que su
oración no le era tan agradable como la de aquella pastorcita que
estaba en la montaña. Abba Antonio fue a encontrarla, y le preguntó
que cómo hacía para rezar. Ella le objetó que no sabía rezar. Pero
tanto insistió el abba, que al fin respondió la pequeña: Pues yo le
digo a Dios “si tuvieras cerdos yo te los cuidaría”.
¿Monje/a
no es el que habla a Dios como a un Amigo? No se trata de
encontrar las palabras adecuadas o de buscar los métodos más eficaces,
sino de ponerte ante Él tal como eres, y decirle lo que te sale del
corazón. Esta plegaria creo que siempre es escuchada, aunque puede ser
que tu no quedes “satisfecho/a”. No es esta la finalidad, sino la
FELICIDAD de responder a tu vocación.
Un discípulo
pregunta como se hace para mantenerse siempre fiel.
Otro apotegma
cuenta que una vez un discípulo preguntó a un Abba como lo hacía para
mantenerse fiel, pues a él le costaba mucho caer y levantare
diariamente muchas veces. Y el Abba le respondió que era lo mismo que
él hacía tantas veces como era necesario: caer y levantarse, caer y
levantarse, caer y levantarse,...
Está
claro que el monje/a, igual que los demás, es un pecador/a. Y que, sin
dramatizar, lucha cada día para mantener su vocación en un corazón
sincero.
Dejemos, ahora, hablar un momento a algunos testimonios actuales:
B-Doctrina
monástica actual
a/
Doctrina oriental:
Dice Silvano del Monte Athos: “Tan grande es el
conocimiento íntimo que los monjes tienen de Jesucristo, que si, por
azar, los evangelios hubieran desaparecido, ellos lo podrían volver a
escribir”. Ni
más ni menos que lo dicho al principio. La vida monástica debe estar
tan impregnada del evangelio, que cada uno de nosotros/as, tenemos que
SER un evangelio personalizado, ante nuestro mundo.
Añade
también Silvano: “Dejarse llenar por el humilde Espíritu Santo,
es dejar entrar todo el mundo dentro de ti. Ya nada te resulta
exterior”. Porqué es evidente que el claustro te lleva al mundo, pero
de forma distinta. Ahora lo quieres en el amor de Dios, no con intereses
demasiado humanos.
b/ Doctrina occidental:
He ahí algunos
testimonios que me parecen importantes del libro citado: Vissioni
Attuali sulla vita monástica- Montserrat 1966:
P. Chenu o p:
“Dentro
de la variedad de órdenes religiosas que van naciendo y desapareciendo,
la vida contemplativa nos habla de los valores permanentes.
Aparentemente es la más discordante al ritmo y mentalidad del mundo.
Por esto es un testimonio admirable de la presencia del evangelio”. Una
presencia evangélica, pues, discordante con el pensar mundano. No
debemos adaptarnos a los tiempos sino “confrontarnos” con el momento,
para aportar justamente lo que pensamos que le hace falta.
Congar:
“Una
cierta separación del mundo es para conseguir una concentración en
Dios a través de la plegaria, y una apertura y disponibilidad total
hacia el mundo”. Porqué el monje/a lleva a su manera el drama
espiritual de su generación. Una cierta separación no es lo mismo que “clausura” o que “rejas”.
Más bien creo que se trata de un despego interior, que te ensancha el
corazón para que quepa “todo el drama” de nuestra generación.
A.Drupont:
“El
monaquismo es la “otra sociedad” de hombres y mujeres que viven de
forma diferente, y lo hacen de forma sana y equilibrada. Nuestras
sociedades necesitan esta vida para descubrir los verdaderos valores”. Esta forma
“sana y equilibrada” me parece muy importante. Sin encogimientos, ni
minusvaloraciones. Sencillamente aportando con naturalidad lo que somos.
Cada cual único/a en el pensamiento de Dios.
René Esnauld (protestante)
“¿Hay
una cosa más urgente, y más eficaz, que estar atentos a las personas a
través de Cristo? Cuando la preocupación por el mundo invade la
Iglesia, es necesario que ella reencuentre el camino del EVANGELIO, como
lo hace el monaquismo”. Estar atentos a las personas no es refugiarse en la comodidad de un
tiempo para “mis tareas”. Cristo es el centro de nuestra vida cuando
lo es el hermano. Sus necesidades, evidentemente, no tus o sus caprichos.
También Jesús “perdió” tiempo, atendiendo a los enfermos, o a las
multitudes. En Cristo, está claro, que nadie nos es ajeno.
Le Guillou OP.
“La
necesidad actual más urgente es la de devolver a la vida monástica el
sentido ECLESIAL. El “aggiornamento” ha de consistir en encontrar el
corazón del Misterio de Cristo, a través de su Espíritu”. Sí, los fallos
de la Iglesia son también nuestros, puesto que tal vez no hemos
encontrado el verdadero “aggiornamento”.
Härring
“La Iglesia de hoy necesita que la vida monástica esté en la
parte delantera, no en la trasera, buscando la unidad entre el culto
y el amor fraterno.” ¿Nos sentimos en la parte
delantera de la Iglesia? ¿Llenas/os de Dios, lo comunicamos con
libertad interior? ¿La plegaria litúrgica realmente nos une a los
Hermanos/as?. Una manera muy práctica de saber si vives de verdad el
Oficio Divino es comprobar si sales de él con ganas renovadas de
“servicio” a los demás, o deseando “hacer tus cosas” y que
nadie te moleste.
Maritain
“El
inmenso servicio que los monasterios pueden hacer en el mundo, es el de
ayudar a la PERSONA HUMANA, amenazada hoy de alineación y de masificación”.
Ahondar en el ser PERSONAS está a
la base de nuestro ritmo de vida, puesto que el evangelio en realidad
lleva a plenitud el proyecto humano.
De las conclusiones del CONGRESO
SOBRE LA VIDA RELIGIOSA celebrado el octubre en Roma, quisiera resaltar
las palabras de J.B. Libâno, del Brasil: “Todo lo que se hace en la Iglesia, todo lo
institucional, todo lo jurídico, todo lo sacramental, toda palabra,
toda acción, realizada sin “egolatría”, es oferta al mundo de algo
diverso”.
Este debe ser el meollo del ser persona, y del ser cristiano/a: el
descentramiento sobre uno mismo. En una sociedad altamente competitiva,
donde el deseo máximo es triunfar, toda acción a favor de otro/a, es
evangélica. Y nuestra vida si no es mayormente “altruista”, ya no
debe servir para nada. ¿No estamos en el Monasterio para darnos, a través
de Dios, más plenamente al mundo, como el mismo Jesús?
2-
Papel de los monasterios en el siglo XXI
Estabilidad
En un
mundo, pues, donde todo es provisional,
usar
y tirar, lo quiero mientras me sirve...La ESTABILIDAD es un reto: Una
estabilidad del corazón, no de “clausura” con rejas y tornos.
Cuentan los
Padres del Desierto que un monje muy a menudo cambiaba de Monasterio. En
todos lugares encontraba pulgas, que no le dejaban descansar, ni un
minuto, tranquilo. Aquello no podía ser, debía encontrar un lugar
donde vivir algo más sosegadamente. Al final de su larga peregrinación
se dio cuenta que las pulgas estaban en su almohadón.
Dice el
refrán que “en todos sitios se cuecen habas y en casa a calderadas”.
Encontrar defectos en el ambiente donde vivimos es el termómetro que
mide nuestra capacidad de donación, y, evidentemente, de superar los
defectos que todos llevamos en nuestra propia espalda.
La
estabilidad, pues, debe estar centrada en Jesús y en mi Comunidad, que
seguro no es ni mejor ni peor que las demás. Debe profundizar el gusto
de vivir diariamente lo mismo. Pues para sacar provecho de las
situaciones que te presenta la vida, nada mejor que irlas transformando
desde dentro. Se trata de una estabilidad que te lleva a amar
verdaderamente a las personas que tienes al lado, en las horas buenas y
en las malas. La NOVEDAD la llevamos dentro, no nos viene del exterior.
Compromiso auténtico
En un mundo de
comodidades tenemos que jugárnoslo todo. No menos que la otra gente.
Por fortuna
muchos de nuestro hermanos/as, tanto cristianos como no, se lo arriesgan
todo enrolándose en Organizaciones Humanitarias. Si ellos lo dan todo,
con tanta radicalidad, nosotras/os no podemos hacer menos, cuando
llevamos una vida que quiere ser de compromiso total.
No podemos, pues,
aprovecharnos de las facilidades que nos da el Monasterio. Mi superiora
me puede permitir ciertas excepciones, por condescendencia, pero yo ¿me
las debo permitir?.
No vivir apegadas/dos a
lo transitorio: cargos de responsabilidad, estudios, tiempo libre,
trabajo que me gusta, una celda mas cómoda...
”No anteponer nada
al amor de Cristo” es el eslogan de San Benito, aunque todos
sabemos que el ideal siempre queda lejos de la práctica. Y siempre nos
queda, al menos, ser conscientes del no querer engañarnos a nosotros/as
mismos/as. Una buena manera de saber qué es lo que realmente te
interesa en la vida, es examinar el primer pensamiento que te llega al
despertarte por la mañana. Y, evidentemente, lo mejor es procurar que
este sea para Dios. O por ejemplo, para el evangelio del día, que es lo
que hemos estado reflexionando antes de acostarnos.
Libertad
En un
mundo de “servilismo” a las modas, a los “fans”, a la apariencia...
nuestra vida debe llevarnos a la Libertad plena: hacer las cosas porqué
quiero, no porqué me lo mandan. Nuestra obediencia tiene que ser LIBRE.
Como libre es nuestra donación. No estamos en el monasterio por miedo a
complicaciones si nos salimos, sino porqué libremente lo hemos escogido,
y nos sigue atrayendo este ideal.
No es que
esta sea la única vocación para salvarnos, sino que es el camino que a
nosotras/os nos realiza como a seguidoras/es de Jesús, puesto que a
ella nos hemos sentido llamadas/os.
Con libertad, es
indispensable que aportemos nuestra colaboración personal dentro de la
Comunidad. Lo que yo pienso, desde mi libertad, es importante no sólo
para mis hermanas/os, sino para la Iglesia y para el mundo.
Dice Martín
Lutero King:
“donde haya una persona que piense mejor que las demás, aunque esté
en pleno desierto, el mundo se abrirá un camino hasta su puerta”. También viviendo en el claustro,
se nos piden reflexiones y
puntos de vista complementarios a los de nuestra sociedad.
Si yo dejo vacío
mi lugar, nadie lo va a ocupar, porqué todos somos “pieza única”,
y es del conjunto de donde sacamos la plenitud de todos en Cristo.
3-
Qué principios deberían tener las comunidades actuales (una
propuesta a partir de la experiencia)
Formación personal
Cuando te llena
el conocimiento de Dios, está claro que tus problemas pierden
importancia.
Comprender la
PERSONA HUMANA es indispensable para amar a los demás y a ti mismo/a. Y
a veces no se trata tanto de estudiar mucha psicología, como de ser muy
sincero/a contigo mismo/a y con los demás. Para ello, creo que la
donación evangélica puede darte una psicología “intuitiva” muy
válida.
Para dialogar con
el mundo, hemos conocerlo más de lo que él se conoce. Y nuestra vida,
algo retirada, nos da una mejor perspectiva para valorar más justamente
las realidades que nos rodean.
Vivir la
Biblia
La
Biblia es lo más importante que tenemos. A nosotros/as nos toca VIVIRLA.
¿Si no lo hacemos, quién lo hará?
Una
forma práctica, es intentar vivir los textos diarios de la Eucaristía,
o del Oficio Divino. Mirar, en cualquier comentario exegético, como
debe interpretarse cada texto, y así ponerlo en su contexto adecuado.
Entonces resulta fácil sacarle fruto para la vida. A mi me resulta
también provechoso, luego, dialogarlo con Jesús en la oración. Si la
hacemos con autenticidad, creo que Dios acostumbra a hablar muy claro.
Es que,
especialmente, nuestra vida debería centrarse en los Evangelios y los
Salmos, puesto que son unos textos que nos acompañan constantemente.
Celebrar la Liturgia y orarla
a solas con Dios
Es bueno
diariamente preparar los textos con antelación: un año insistes más
en una celebración y otro en otra... y, sobretodo, vivirla a solas ante
Dios-Jesús. No podemos ser “personas rezadoras” que van repitiendo
los textos de rutina.
Para rezar
con atención en las distintas horas del día, es un buen método el
intentar adivinar el motivo por el que se han escogido los salmos de
cada hora del Oficio. O si se quiere estar atentos/as al color que han
querido dar a cada momento de plegaria.
Las Laudes
sabemos que están organizadas para que cada mañana demos gracias por la Salvación
que
Jesús nos ha traído
(Navidad).
Puesto que el primer salmo ha sido escogido por tener alguna alusión al
sol que nace, o a la Redención que Jesús nos ofrece. Y el último
salmo es siempre de alabanza, agradeciendo a Dios esta Salvación.
La Hora intermedia
tiene un fragmento del Salmo 118, que puede ser considerado como la cima
de la mística
judía.
Cuando dice “tus preceptos”, “tu voluntad”,... podemos caer en
la cuenta que es como decir “quiero lo que Tu quieres, me gusta lo que
a Ti te agrada”... Y ¿no es esto lo que se dicen los enamorados?
En las Vísperas,
los salmos expresan sobre todo los sentimientos de Cristo en la
Cruz-Resurección
(Pascua).
Por esto en Vísperas tenemos los salmos más cristológicos. Como
ejemplo, cabe mencionar el precioso salmo 109, el más teológico de
todo el salterio. Y el salmo que sirvió a los primeros cristianos para
definir su FE en la Resurrección, proclamando que a través de ella,
Cristo “está sentado a la diestra de Dios”. Pero no solamente este,
sino que en todos los demás se encuentran, también, versículos que
encajan perfectamente con el corazón de Jesús puesto en la Cruz, para
Redimir al mundo.
Según S. Agustín
podemos decir los salmos: desde Jesús que los dice al Padre, o desde
nosotros que los decimos a Jesús, o desde la Iglesia los ora, en nombre
de la Humanidad. Y las tres formas pueden mezclarse en un mismo salmo,
según los distintos fragmentos
de cada salmo.
Por lo que concierne al
Oficio de Lecturas, me gusta dar importancia a las
lecturas de los Padres de la Iglesia. Me parecen la herencia que nos han
dejado aquellos que han puesto los cimientos de nuestro edificio
eclesial.
En una ocasión, un profesor
de Patrística nos dijo que sugiriéramos temas para darnos un curso.
Después de expresarle el deseo de una introducción a las lecturas Patrísticas
del Oficio, prefirió otro tema. Y para llenar el deseo, empecé a
hacerlo por mi cuenta. Buscando los comentarios correspondientes a los
fragmentos diarios que nos da el Oficio, pronto los Padres te resultan
no sólo familiares, sino que creo sacas mucho más provecho de la
Plegaria.
Si nosotros/as no
hacemos vida de sus Sermones, ¿quién lo hará?
El Año litúrgico,
entonces,
va dándonos la VIDA de Jesús día a día, a pequeños fragmentos. Tal
como la viviremos en la eternidad, puesto que en el HOY de Dios, todo
está Presente (carta a los Hebreos c. 4).
El horario Monástico fuente
de paz
La inquietud
viene cuando queremos hacer más cosas de las que podemos. Y, al
contrario, realizar cada cosa a fondo, en el momento que toca, es, creo,
una gran fuente de Paz.
Nuestro
mundo, por desgracia, no tiene este privilegio, sino que van demasiado
estresados, por querer hacer más de lo que pueden, para ganar más
dinero, viajar más, lucir más... A nosotras/os pues, nos toca
aprovechar en positivo la pequeña renuncia que supone tener los límites
de seguir un horario.
Una buena
definición de la PAZ podría ser: Vivir lo que haces, y hacer
conscientemente lo que vives. Cuando ambicionamos lo que no tenemos, o
no podemos, nos violentamos, y agredimos a los demás. De ahí deben
venir las guerras, ¿no?.
Ser realmente pobres
Una religiosa vasca que trabajó
mucho tiempo en la Unión Europea, nos contó que entre los
religiosos/as de Suecia, ha proliferado el eslogan: “Ya basta”. Si tenemos dos zapatos “ya
basta”,
si tenemos dos hábitos “ya basta”, si tenemos lo necesario para comer “ya
basta”...
En
una sociedad consumista, donde se acumula mucho más de lo necesario,
hemos de poner austeridad en lugar de
hedonismo
(el placer como fin). Dios nos quiere así, con nuestra pobreza exterior
y interior, pues esas dos pobrezas, suelen ir unidas.
Es que la
experiencia de Dios siempre pasa por la pobreza. Cuando las mujeres iban
al Sepulcro, sentían la pobreza de no poder mover la piedra, y en esta
situación desesperada, fue cuando Cristo se les apareció.
Pablo y
Agustín, los dos grandes santos que jamás ha tenido la Iglesia, están
llenos del “pathos” (sentido de pobreza-indigencia) que les da su
condición de antiguos “pecadores”: Pablo el antiguo perseguidor de
la Iglesia, y Agustín el antiguo hereje-adúltero.
Jesús dice claramente en el
evangelio que “Ningún
rico entrará en el Reino...” aunque añade, para nuestro consuelo, que
“lo que es imposible a los hombres, es posible a Dios”.
4-
Relación: Monasterio-Iglesia-Mundo
Dar lo que “somos”, sin palabras.
No damos lo que “decimos”, sino
lo que vivimos. Lo transparentamos aún sin darnos cuenta. En realidad
nuestras palabras nos traicionan. Puesto que cuando hablamos mucho de un
tema, no es porqué en verdad lo practicamos, sino que justamente es lo
que a nosotros/as nos falta.
Fácilmente
la gente nos alaba, pero en casa, que nos conocen, fracasamos. Es la
Comunidad la que nos conoce de veras, y vale lo que somos en casa.
Nuestra condición de pecadores/as, tiene que ser una situación asumida
y superada, pues Dios es mayor que nuestros pecados.
Atención a lo que nos piden.
No podemos
negarnos a ciertas colaboraciones: un artículo, una charla, un simple
coloquio (aunque sea una persona pesada). Salir alguna vez en la
Televisión, aunque nos moleste. Y sobretodo atender a los que vienen,
aunque rompan nuestros planes.
He
ahí una anécdota elocuente: Hace poco nos vino a visitar la madre del
chico que a veces revisaba nuestros contadores de la electricidad. Había
muerto de accidente a los 25 años, y como hablaba con tanto afecto de
las monjas de nuestro monasterio (nunca habíamos notado nada
especial...), ella quiso conocernos para encontrar el amor del hijo
desaparecido. Compartimos su dolor, realmente sorprendidas.
No puede
haber rutinas, ni discriminaciones, en el trato con la gente. La carta
de S. Jaime lo dice muy claramente: “No puedes decir a un rico, siéntate aquí,...
y al pobre quédate allá... ” Cristianamente, si tiene que haber preferencias,
estas se deben dar a los pobres. Tanto fuera como dentro del monasterio.
Recuerdo
que en una ocasión me pidieron que diera una charla a un grupo de
homosexuales y lesbianas. Cuando se acercaba el momento me cogió un
miedo terrible. Me sentía abrumada al pensar en encontrarme ante
semejante auditorio. Otras veces habían venido al monasterio, pero
aquello era más que acogerlos como hermanos. Cuando llegó el momento,
me presenté sin muchos cumplidos y les dije llanamente, puesto que yo
de todo esto no entiendo nada, os hablaré simplemente como a “hermanos”.
El resultado fue enternecedor para ellos y para mi. Algunos lloraron. De
verdad que fue obra de Dios, y del deseo de no marginar a nadie que nos
pida algo. Sea quien sea.
Compartir lo
que tan gratuitamente recibimos.
Si vivimos lo
que somos, sentiremos la alegría de comunicarlo. Es verdaderamente un
gozo poder hablar de Dios a los hombres y mujeres que se nos acercan.
También
una manera buena de compartir, puede ser escribir algún libro. Mi
experiencia al escribir “El Padre San Benito” (1980), fue
sorprendente. Creo que todas compartimos el deseo de ser misioneras. Y
este libro, traducido a cantidad de idiomas, algunos de países de
Misión,
fue una respuesta inesperada a mi deseo de “predicar” en tierras de
misión. Y no digamos lo que pasó con la “Historia de un alma” de
la Santa de Lisieux. La simplicidad con que compartió sus sentimientos,
ha tenido una influencia indiscutible, creo, en toda la Iglesia, e
incluso en el mundo.
Un campo que para
nosotras hoy resulta fácil es el de “Internet”. Sin salir de casa
puedes comunicarte con la gente. Nuestra experiencia sobre la página
web ha sido inmejorable. Actualmente estamos llegando a los 6.000
visitantes mensuales. Y desde 2001 en que la abrimos, debemos estar
sobre los 70.000 visitantes en total. Pienso que es mucho, si se
considera que se trata de una página muy particular (de un solo
monasterio), y de contenidos claramente espirituales. Hay en ella unos
formularios para pedir temas que interesen a los ínter nautas. Desde el
primer día nos sorprendió que todos los temas fuesen siempre sobre
reflexiones acerca de la vida del espíritu.
Si consideramos que el
mundo es NUESTRO, está claro que debemos comunicarle lo que creemos que
es importante. La sociedad necesita nuestra sed de un mundo mejor.
Puentes que
unen
No
podemos descartar el tender puentes en el interior de la Iglesia y del
mundo. Nosotras/os no nos separamos del
mundo,
sino con
un mundo que queremos distinto, y por el que damos la vida. Jesús nunca
puede separarse de los hermanos/as.
Cuando lo que se da es
sincero
Aunque te
equivoques, los otros ven tu buena voluntad. Incluso a veces el
rectificar, puede ser una forma de hacernos más próximas/os a los
demás.
Lo que sí realmente es necesario, es sentir un gran AMOR por todos/as.
Sólo podemos ponernos en el “Ágora”, si hay algo que nos quema
dentro.
5-
No esperar recompensas.
Somos lo que damos, no lo que
dicen.
Todos nos
complacemos en los halagos, pero al menos que no perviertan nuestro
corazón con la hinchazón. En nuestras vida “sólo Dios basta”, lo
demás es importante en relación a Él.
Dicen de
San Vicente Ferrer, un religioso taumaturgo a quien las multitudes seguían
incondicionalmente, que alguien le preguntó como le iba eso de la
“vanagloria”. A lo que respondió: “va y viene, pero no se detiene”.
No podemos controlar totalmente nuestro corazón, pero sí tenemos que
luchar para que sea plenamente para Él.
Dios, que ve el secreto, es
nuestra recompensa.
Los demás lo
intuyen, pero sólo Dios ve nuestro secreto más interior. “Que sea
para Él todo lo que hacemos”, dice una colecta litúrgica. Creo
que todo sale de nuestra “complicidad” con Dios. Si estamos
convencidas/os que somos importantes para Él, y nos sentimos a gusto a
su lado, es porque Él está en el CENTRO. Entonces lo demás sale de
este eje que llevamos dentro.
Para que viendo nuestra vida,
glorifiquen al Padre
Lo pide Jesús en el Sermón del
Monte, “que
viendo nuestras buenas obras, todos glorifiquen al Padre del cielo”.
Y
el salmo 113 después de la gran gesta del Éxodo exclama: “No a nosotros, Señor, sino que sea para
Ti la gloria”. Si esperamos recompensas humanas, de reconocimientos o
regalos, ya no podremos esperarla de Dios, que es el ÚNICO que llena
verdaderamente nuestras vidas.
CONCLUSIÓN
Quiero concluir con el resumen de un artículo que me llegó hace poco,
justamente a través del correo electrónico.
ECLESALIA
informativo. 19 enero 2005. Juan Luis Herrero, teólogo
“Hoy
el mundo no soporta una espiritualidad hueca y artificiosa. No soportan
nuestras Eucaristías rutinarias. Tenemos que buscar creativamente,
“signos” acordes con el evangelio y nuestra sociedad, puesto que
cuando descubrimos verdaderamente la perla del evangelio, nada es igual
que antes.
Hemos de aunar silencio contemplativo con
compromiso radical hacia los demás. La experiencia de vida evangélica,
es “refundante” para la Iglesia.
Si logramos recrear una nueva forma de ser
Comunidad, demostramos que “otro mundo es posible”. Aunque lo
realmente arduo es hacer de la opción solidaria el centro de nuestro
vivir: El que sufre, el marginado (y yo digo: dentro o fuera del
monasterio), es lo más importante en nuestra vida”
Sólo como comentario añadiría lo
que dice K. Barth sobre nuestra vida monástica: “Tu vida, monje, si es sincera, nos
dice a mi y al mundo, que tu perla es auténtica”.
Y
sobre ese dar tanta importancia al amor al hermano/a, dice S. Agustín
que: “El primer mandamiento, en cuanto a
importancia, es amar a Dios, pero el primero en cuanto a las obras, es
amar al prójimo”.
Esta puntualización me pareció muy esclarecedora para la vida
práctica.
Sin dejar la oración, tampoco podemos esclavizarnos en ella, si se da
el caso que alguien realmente nos necesita.
La misma
Teresa de Ávila, en la 5ª Morada, tiene un texto que me parece
capital: “cuando veo almas muy encapotadas en la
oración, que parece que no osan moverse para que no se vaya un poquito
de gusto y de devoción, háceme ver cuan poco entienden del camino por
donde se alcanza la unión con Dios. Que no, hermanas, que no, obras
quiere el Señor y que si ves una hermana que lo necesita no se te de
nada de perder devoción y te compadezcas de ella. O si tiene algún
dolor, te duela a ti. Y si fuere menester, ayunes para que coma ella, o
si vieres loar mucho una persona, te alegres más que si te loasen a ti.
Que si hay quiebra en eso, vamos perdidas.”
Esto es lo que
deseo para vosotras/os y para mi.
Sevilla 6
febrero 2005 |