UN  MONASTERIO  POR  DENTRO 


Ángel que quiere ser mensajero de PAZ 

Camíno, Monasterio y Montañas con niebla

En la celda te encuentras  sola con Dios





Claustros que llevan la vida hacia el interior de tu misma

Compartiendo un diálogo fraterno con los que viven fuera del Monasterio


Un monasterio no son unas paredes, un trabajo, o unas personas que tu has escogido, sino que esta vida, como toda vida humana, consta de mil y un detalles vividos personalmente. Es una vida que cada cual nota en su interior. Un monasterio visto desde dentro, puede ser una sorpresa para la mirada curiosa de quién ve solamente las paredes. Incluso puede resultar incomprensible. 

Franquear la puerta del monasterio no es el fruto de una decepción o de un fracaso en la vida. No es una última solución para los que no encuentran otras alternativas de compromiso. La VOCACIÓN es un enraizamiento en el Cristo y a la comunidad, para entregarte en cuerpo y alma. 

¿Como se sabe que este ES TU SITIO? Los variadísimos recursos de Dios son realmente sorprendentes en cada persona. E incluso muchas veces te conducen contra corriente de lo que tu imaginabas. Y lo adivinas porqué la llamada se vuelve persistente y no puedes aparcarla. No es que seas mejor o peor que los demás, sino que sencillamente te das cuenta que eso va para ti. Que ahí encuentras la PAZ ESPIRITUAL, un bien escaso en este nuestro mundo tan alienado. Por otra parte cada día deberás ir creciendo sin cansarte. La pequeña esperanza de cada mañana te irá empujando toda la vida, para alcanzar la meta.

Y esto, desde el comienzo hasta el final, ya que todo camino tiene una evolución constante. 

La vida en comunidad supone un TRABAJO arduo. Junto a los servicios humildes y cuotidianos propios del hogar, hay también el trabajo productivo no sólo hacia la realización de las personas y para el sustento de la comunidad, sino también a favor de la construcción de la sociedad en cuanto sea posible. En nuestro caso el trabajo de cerámica es vivido como una aportación gozosa y pacificadora, en una sociedad a menudo demasiado crítica y violenta. 

Y especialmente la vida del monasterio tiene como centro la ORACIÓN Y LA CONTEMPLACIÓN. Y afirmar esto no es hablar de evasiones, sino aprender a renunciar a la idolatría de las frivolidades que constantemente te acometen, para centrarte en lo mejor de ti mismo donde encuentras el Cristo y todos los hermanos que Él ha redimido.
El SILENCIO monástico tal vez tiene poca relación con el mucho hablar, porqué es ante todo un silencio del corazón. Un acallar egoísmos y pasiones, par encontrar Dios en cada situación próspera o adversa.
Y puesto que toda llamada es personal, sólo tu sabes como puedes SERVIR MEJOR a Dios. El Hecho de ser únicos e irrepetibles, es una gran responsabilidad, en la que te ayuda el seguimiento espiritual, tanto del abad, como de la comunidad en general. 

Un monasterio benedictino, en principio, no excluye el “ZEN CRISTIANO”, ni ningún otro medio de vida espiritual, siempre que se valoren como método, uno entre tantos. No como camino único para llegar a Cristo. Con todo, el medio elegido por San Benito son las Escrituras, y la experiencia te dice que cuando los demás libros van perdiendo protagonismo, la Biblia lo adquiere.

Y nosotros creemos que hoy más que nunca, la vida monástica tiene una MISIÓN específica: decir a todo el mundo que Dios existe y que, encontrarlo a Él es acercarse a los hermanos, amándolos más intensamente. Quizás no iremos a las prisiones, o a visitar enfermos, o no saciaremos el hambre del mundo, pero directa o indirectamente, ayudaremos a poner las bases de una nueva sociedad donde todos nos tratemos como a iguales, sin distinciones. 

Esta, pues, es la ESPIRITUALIDAD Y LA VIDA de los monasterios benedictinos. Ni más ni menos que una vida cristiana vivida radicalmente y en comunidad. Y el modelo lo encontramos en los primeros cristianos (He 4,32-34)