INTRODUCCIÓN
La Bíblia de Ripoll, editada en facsímil en el 2002, es un
acontecimiento culturalmente importante para Cataluña. Además, los
estudios recientes han dejado clara la atribución del códice al
escritorio de Ripoll en tiempos del abad Oliba. Fue en 1973 cuando A.
Mundó lo dio como novedad, en contra de la atribución al monasterio de
Farfa, Italia, a la cual de hacía siglos se atribuía falsamente (el
error vino de una mala lectura del texto, leyendo "in Farfa" donde dice
"in fine"). El códice original se encuentra hoy en la Biblioteca
Vaticana. Gemela de ésta, es la "Biblia de Rodes", también escrita en
Ripoll en el mismo tiempo.
Según afirman los estudiosos, estos dos códices son de los más ricos que
la Edad Media ha legado a Cataluña "orgullo de nuestra patria, en el
periodo más significativo de su formación como pueblo. Ya que el abad
Oliba es el hombre que ha influido más en la elevación del espíritu y la
cultura en la época condal, poniendo las bases del sentimiento nacional
catalán" (Anscari Mundó. Las Biblias de Ripoll, vol.III, Città del
Vaticano 2002).
Como se
marcharon de Cataluña las dos Biblias
Seguramente que la Bíblia de Rodes fue regalada por el abad Oliba al
Monasterio de S. Pere de Rodes con ocasión de la consagración de la
nueva iglesia monástica en 1022. Se quedó allí hasta el siglo XVII,
cuando el marsical francés Noailles la robó (junto con muchos otros
documentos, al expoliar el monasterio) y la vendió a Lluís XV, pasando,
con el tiempo, a la Biblioteca Nacional de París.
La Bíblia de Ripoll provablement salió del monasterio, cuando Ripoll fue
puesto bajo la custodia del Monasterio de S. Víctor de Marsella (1172),
donde fueron a parar la mayor parte de manuscritos de Ripoll. De
Marsella fue al Vaticano al 1607-1621, cuando un sobrino de Papa Pablo
Vº se dedicó a recoger manuscritos del sur de Francia, para enviarlos a
su tío y protector.
El escritorio
de Ripoll a la época del abad Oliba
Setenta años antes que el abad Oliba entrara en el monasterio, había
estado en Ripoll, durante 3 años, el monje benedictino Gerbert d'Orlhac,
de Reims (futuro Papa Silvestre II), que desde Ripoll se desplazó a Vic,
Gerona y Barcelona, para recapitular su tratado sobre las matemáticas y
construir su famosos astrolabio.
Cuando entró, pues, el abad Oliba (1002), Ripoll era un famoso
monasterio con 63 monjes. Su escritorio contenía 121 códices. Al ser
elegido abad (1008), incrementó tanto la actividad de este escritorio
monástico que, al morir en 1046, Ripoll tenía 982 códices. Se copiaron
libros de Música, Matemáticas, Homilíes, Vidas de Santos ... etc y,
sobre todo, las tres grandes Biblias.
La Bíblia de
Ripoll
La Seo de Urgel ya tenía una gran Bíblia en el sIX, y el calígrafo
Bonsom en el sX copió una Bíblia para el monasterio de S. Cugat, pero
ninguna de ellas se puede comparar con las de Ripoll, ya que no
disponían de escritorios tan ricos.
La dimensión extraordinaria del códice (55 x 37 cms), y la riqueza de
textos extrabíblicos, le dan un relevo notable. El códice consta de 465
folios de pergamino, con 20 folios totalmente ilustrados con miniaturas
sobre temas del Antiguo Testamento, y 8 folios ilustrados con temas del
Nuevo Testamento. Los folios con texto, a menudo tienen letres capitales
ricamente adornadas y con motivos florales o otros.
Además, de los 72 libros bíblicos, la Bíblia de Ripoll contiene: 5
recopilaciones de himnos litúrgicos, 2 libros apócrifos, y 312
fragmentos que comentan el texto de la Bíblia. Entre los autores
principales de éste comentarios encontramos S. Jeronimo, S. Isidoro,
Eusebio de Cesarea, S. Agustín (algunos prólogos a los salmos), S.
Hilario de Poitiers, etc. Desde la época visigótica este uso de
intercalar comentarios a la Bíblia era muy frecuente.
Los monjes que
trabajaron en la Bíblia de Ripoll
Oliba, que conocía la Bíblia desde niño, fue el impulsor de estas
Biblias ilustradas. A menudo visitaba el extranjero, acompañado de sus
monjes, con el fin de hacer intercambios culturales. Sabemos que llevó
maestros de obras Lombardos para introducir el románico en Cataluña. Así
también los monjes artistas que acompañaban al abad Oliba, ampliaron los
conocimientos sobre el arte de dibujar miniaturas, tal como lo hacían
fuera de Cataluña.
Entre estos monjes podemos distinguir al menos tres:
Un dibujante de estilo impresionista.
Fue el principal ilustrador del códice. Trabajó sobre todo a partir del
folio 82, hasta el final. Tiene un trazo diestro, rápido, enérgico,
firme y esquemático
El monje Guifré.
Fue el copista de toda la Bíblia. Caligrafió toda la letra, decorando
las letras capitales, e hizo otros motivos que acompañan el texto:
hojarasca, flores, árboles, palmeras, etc.
El estilo es pre-románico y con influencias carolingias y visigóticas.
Un dibujante de "mejillas redondas".
De estilo románico. Su mano es fácil de reconocer por la característica
de hacer las caras con las mejillas un poco llenas, y el uso frecuente
del compás para hacer círculos, y del tiralíneas en las rayas rectas.
Además, a menudo deja las páginas inacabadas. Tiene intervenciones
esporádicas.
Los tres artistas trabajaron simultáneamente, entre los años 1015-1030,
en diversos escritorios del Monasterio. Para hacerlo dejaban páginas en
blanco, calculando el espacio que tenían que ocupar los dibujos, o la
letra que estaba escribiendo o dibujando el otro artista. Eso hace que a
veces haya incoherencias en el orden de las páginas, o temas repetidos.
Esta actividad intensa, fue impulsada, sin duda, por
el abad Oliba.
La
Personalidad del abad Oliba
Nació en el 971, y murió en 1.046. Hijo de Oliba Cabreta, conde de
Cerdanya y Besalú, y de Ermengarda. Algun tiempo después que su padre se
retirara a Montecasino, para hacer penitencia, Oliba se hizo monje de
Ripoll (1002), y en 1008 fue elegido abad, casi a la vez, de Ripoll y de
Cuixà, los dos monasterios más importantes de la Cataluña de aquella
época. Emprendió la reconstrucción espiritual y material de los dos
Monasterios. Fundó el Monasterio de Montserrat en 1025, y el de S.
Miquel de Fluvià en 1045. Y renovó el espíritu monástico en el
Monasterio del Canigó (1009), de la Portella (1018), S. Feliu de Guíxols
(1045) y en muchos otros, debido a su atractivo personal.
Consagrado obispo de Vic en 1018, emprendió una gran actividad
constructora que se manifiesta en las iglesias que él consagró: en
Ogassa (1024), Llaers (1025), La Tossa de Montbui (1030), Catllar
(1039), Riuprimer (1041) Roqueta (1043), etc. Y sobre todo las sedes de
Gerona y de Vic, a más de ayudar la construcción de la Sede de Manresa
(1020), Casserres (1039), y Cardona (1040).
El románico le debe las vueltas de cañón, las cúpulas, las arquacions
lombardas, los grandes campanarios (Vic, Ripoll, Cuixà, Fluvià,
Casserres), y las criptas (Cuixà y Cardona), etc.
Viajó constantemente, no solamente por los condados catalanes, sino a
Narbona, Roma, y Lombardía de donde llevó no solamente artistas, sino
gramáticos, que puso al servicio de sus construcciones y escuelas.
A los 75 años moría en Cuixà, el 30 de octubre del 1046. La encíclica
mortuoria que a alabanza suya escribieron los monjes de Ripoll y de
Cuixà, recorrió Europa recogiendo elogios de ambientes monásticos y
catedralicios, incluso alejados de Cataluña. (Ved: Gran Enciclopedia
Catalana)
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